ALEX PROYAS
3/5
Defectos de espectáculo
Los grandes defectos del film proceden, precisamente, de lo que debería será más notable: las escenas espectáculo y de acción.
Y son los peores momentos porque incurren en una serie de aspectos que me sacan de quicio y que son más habituales de lo que me gustaría en este tipo de películas. Las incoherencias y absurdeces desde las propias reglas que se marcan en la película, los momentos surrealistas e ilógicos sin el más mínimo rigor con respecto a una lógica exigible ni dentro de las propias normas que la mitología interna se da.
Esto debe sumarse a la propia naturaleza de la película, que en su rigor filosófico y argumental basado en Asimov, más en «Caliban» que en los relatos «Yo, Robot«, se espera se mantenga en todo momento, con lo que esas escenas también van contra esa concepción, por lo que el defecto se agudiza y manifiesta por partida doble.
No es de recibo presentarnos un tipo de robots con unas características físicas y mentales, muy superiores a las de los humanos, para luego pasarse una regla tan sencilla por el forro en todas y cada una de las escenas donde deben demostrar esas cualidades enfrentándolas contra los humanos. Es más, en muchas ocasiones parecen plantearse las escenas para contradecir esas reglas, como si de una ironía con respecto a las dadas por Asimov se tratara.
Comencemos. Las escenas de acción son, en su mayoría, desfasadas y muy pasadas de rosca, con unos efectos especiales notables para la época, aunque en ocasiones se les vea cierto cartón en la actualidad con el avance de los mismos.
La escena de la demolición de la casa del doctor Alfred Lanning (James Cromwell) es desquiciada, abrupta y algo gratuita, pero con todo es la menos censurable. Además Spooner encontrará un gato, en una tradición con Will Smith, que en “Soy leyenda” se acompaña de un perro.
Las que no tienen perdón son todas las posteriores. La escena del túnel con el ataque de los robots al coche de Spooner es completamente disparatada e ilógica. Todo un ejército de robots atacando un coche, agarrados al mismo en muchos casos, pero incapaces de someter o sacar a nuestro protagonista, arrancarle el arma con prontitud o manejar el volante a su voluntad una vez han roto los cristales del automóvil. Spooner se irá deshaciendo de todos y cada uno de ellos sin esfuerzo, incluso cuando por fin pierda su arma a manos de un robot, y es que repentinamente parecen perder su fuerza y agilidad, demostrada para adherirse al coche, cuando deben resolver la situación.
No acaba aquí la cosa. En el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre Spooner y un robot (algo deteriorado como para justificar que la cosa no se desnivele del todo), el agente no sólo aguantará el tirón, sino que logrará deshacerse del “robot Terminator”, descubriéndonos además que tiene todo un brazo robótico y demostrando dotes que antes no habíamos comprobado, siquiera en sus ocasionales enfrentamientos con otros robots…
Pero por si esta se había quedado corta, tenemos la escena del clímax y antecedentes.
Os sitúo. Un altísimo rascacielos donde se sitúa a los dos protagonistas con la intención de destruir a V.I.K.I, que tiene mucho poder e inteligencia pero no logra impedir que estos dos insignificantes humanos lleguen allí sin problema alguno, cogiendo un ascensor sin más. En lo alto de dicho rascacielos, en su interior, tendremos una estructura con 7 u 8 pasarelas que llevan al centro neurálgico de lo que sería V.I.K.I y que evitan la caída al abismo. Tenemos también a Spooner, que padece de vértigo en dicho lugar y sufre mucho por tener que cruzar las pasarelas… Pues bien, en un momento determinado empezarán a caer robots, de esos fuertes e inteligentes que os comenté antes, los mismos, como si cayera lluvia ácida, para impedir que Spooner y Susan cometan un VIKIcidio…
Y es ahí cuando comienza la demencia… Rodeados de robots con malas pulgas y ganas de matar, irán cayendo bajo las balas y los puñetazos de Spooner como si fueran polillas. Porque sí, Spooner supera repentinamente su miedo a las alturas para cargarse a cientos de robots, superiores física y mentalmente, que lo rodean. ¡Hasta a puñetazos!… Spooner ve un robot y se le pasan todos los males… ¡Si se los carga hasta ella sin brazos biónicos ni ná!
Además, las incoherencias y las absurdeces vienen de antes, con la mueva aparición gratuita de LaBeouf, que Spooner y Susan se metan en el edificio por un pasadizo subterráneo que nadie vigila a pesar de tener un mega ordenador con instinto de supervivencia y el tramposo truco del cambiazo de Sonny, del que Susan fingió su aniquilación… La decisión de Sonny de dar preeminencia a la chica antes que a los nanorobots redime a su especie ante Will, supongo.
Para rematar esta última parte tendremos varias frases cursis finales entre los dos protagonistas, que resultan bastante estomagantes.
Se hace evidente antes de llegar a la hora de película que los robots sólo cumplen órdenes, con lo que las supuestas sorpresas quedan muy minimizadas. La mayor sería, en todo caso, que el millonario Robertson no es el malo de la función, como se pretende insinuar de manera algo tramposa durante la narración. Es una revolución robótica, tecnológica, que acaba con los robots antiguos y pretende someter a la humanidad a su orden para protegerla de sí misma, respetando de manera global la primera ley al generalizarla.
V.I.K.I, la mega máquina, hace una readaptación filosófica de las tres reglas, pero elevándola a la globalidad, prescindiendo de la individualidad, dando sentido a esa metáfora anticomunista y socialista, defendiendo al individuo, que también contiene la película.
“Ya lo pillo. Si alguien se desmarca un poco… lo matan”.
La idea de imitación, presente en toda la película, empezado con los robots que pretenden imitar a los humanos, que acaban tomando conciencia de sí mismos y de las emociones, se lleva también a otros aspectos, como en esa condena a Sonny, que simula la muerte química por pena de muerte.
De la mano de Proyas.
Observo en el cine de Proyas ciertas ideas que van más allá de su notable esteticismo y virtuosismo a la hora de crear universos y grandes estéticas con excelentes trabajos en el diseño de producción. En sus obras más destacadas y en otras que no lo son tanto, se aprecia en sus personajes un viaje que busca trascender el propio ser, un cambio o paso evolutivo. En ellos se acaba viendo una dualidad, una doble naturaleza. Suelen ser seres excepcionales, únicos, que se distinguen del resto y van adquiriendo consciencia de esa excepcionalidad, o sencillamente se aprovechan de ella. Le pasa al renacido Eric Draven en “El Cuervo”, trascendiendo su ser mortal y convertido en ángel vengador; le ocurre a John Murdoch en “Dark City”, descubriendo su propia excepcionalidad; los niños de “Señales del futuro”; los mismos dioses en su reciente “Dioses de Egipto”… Aquí volvemos a observarlo, no sólo Spooner posee un brazo biónico, sino que en Sonny tendremos a un personaje que trasciende su propia naturaleza de robot, acercándose y comportándose como los humanos… Una fusión de naturalezas, la asunción de la propia y el camino de adaptación hasta comprenderla plenamente, suelen vertebrar sus narraciones.
Además, sus estéticas, mencionadas con anterioridad, son realmente notables. Un poderío visual fuera de toda duda. Las estéticas góticas y oscuras lo llevaron a la fama, pero aquí hace también una excelente recreación de ese 2035 ultra moderno en un contraste radical con aquellas estéticas iniciales, las más destacadas de su filmografía. Construye un mundo luminoso, donde lo aséptico y lo blanco priman por encima de todo, lo que llama la atención especialmente viniendo de Proyas. Usa la frontalidad con acierto y como definición de esa estética mencionada: un ejemplo lo tenemos en la conversación entre Spooner y el holograma del doctor Lanning.
También muestra buenas dotes de observación con los detalles, por ejemplo esos pagos con tarjeta, que ya están llegando a nosotros, que se te descuentan directamente de tu cuenta.
No es una mala película, pero el último tercio y sus escenas espectáculo chirrían, además de no saciar las expectativas al ver el nombre de Asimov relacionado con el film.