STEVEN SPIELBERG
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Amistad y soledad
La amistad y, en especial, la relación de Wade (Parzival-Zeta) con Samantha (Art3mis), serán las que impulsarán a nuestro protagonista hacia todos esos objetivos: el descubrimiento del alma de Halliday, así como el suyo propio, y la adquisición del sentido de responsabilidad y compromiso explicado.
Es evidente que Zeta ya estaba predispuesto a ciertas cosas. Él seguía yendo a visitar los “Diarios de Halliday”, era ya de los pocos que lo hacían. Era el que más interés mostraba por los matices y pequeños rincones de la vida de Halliday. Esa sensibilidad especial se vincula a la soledad.
Soledad
La soledad, en “Ready Player One” (y en muchas otras obras, pero vamos a lo que toca), genera una sensibilidad especial, por tanto. Y también se relaciona con «lo oculto», que aquí sería lo íntimo.
“Está solo. Nosotros tenemos un ejército”.
–Wade. Así se manifiesta en Wade. No tiene amigos y dedica su tiempo a sumergirse en OASIS, donde sí tiene algún colega, como “Hache”, así como a zambullirse en la cultura popular de los 80 y 90 siguiendo los gustos de Halliday. Se convierte así en un estudioso apasionado de aquella época, termina por entenderla a la perfección y asimila los matices, gustos, intenciones y pasiones de Halliday, haciendo de ellas las suyas propias, profundizando, en suma, en aquella alma que se conserva en su creación. Sin esa soledad y tiempo dedicado a ello, no podría haber logrado esa comprensión.
Lo mismo le ocurre a Halliday. Un solitario con problemas para relacionarse, con miedo a la gente, a las chicas, completamente abstraído en su universo personal, lleno de esas pasiones ochenteras y culturales, absorbido por su propio talento. Aquello hizo posible OASIS tal y como fue concebido.
De igual forma, en un tema muy entroncado con Spielberg, esa soledad está arraigada en la infancia. Esa infancia que genera fascinación, una infancia que posibilita el caldo de cultivo de esas almas sensibles. Una infancia que los principales protagonistas positivos conservan.
–Halliday. Murió el 7 de enero de 2040. Halliday era un niño “raro”, un genio precoz, antisocial. Gustaba de la soledad y vivió anclado a la infancia, algo muy del gusto de Spielberg. Esa infancia fue solitaria, puede que de una manera más voluntaria de lo que se pueda pensar. Toda su creación posterior es una manifestación de esos estímulos desarrollados en esa soledad infantil, rodeado de videojuegos, cómics, pelis y cultura popular de todo tipo… OASIS es su obra maestra, su testamento, la consecuencia lógica de su desarrollo creador. Alguno lo considerará inmaduro, pero simplemente es él. Por ello las claves de su legado serán con esa codificación tan personal, como si el propio Spielberg pensara que ese legado sólo puede pertenecer a alguien que entienda ese espíritu infantil. Halliday teme que su creación pierda su esencia, por ello se asegura de que sólo alguien que entienda su mundo interior, su universo, sea el que logra el Huevo de Pascua. Al contrario que en el libro, en la película los villanos no tienen ninguna opción.
La soledad, generadora de una especial sensibilidad, unirá a los cinco amigos, que gestionarán OASIS.
“Jim solía decir que OASIS no era un juego para un solo jugador”.
Amistad
El compromiso y la responsabilidad analizados, tienen su fundamento en la soledad, esa que proporciona esa sensibilidad que vemos a Wade, Halliday o Hache. Pero no terminará ahí la cosa. Sin la amistad el desarrollo queda mermado, amputado.
La soledad le abrirá las puertas de la amistad, aunque parezca una paradoja, a Wade. Nuestro protagonista reconoce que no tiene amigos, sólo es destacable su relación y amistad digital o virtual, que es absolutamente real, por otra parte, con Hache. Esta amistad digital plantea una interesante reflexión sobre la verdadera naturaleza y autenticidad de los sentimientos.
Cuando vaya avanzando en su madurez, en su compromiso, las capas irán cayendo. La soledad será menos y su relación con la “realidad” será mayor. Esto vuelve a estar vinculado con el amor y la amistad.
Será su amor hacia Art3mis el que le haga plantearse cosas, hacerse preguntas, ser consciente de la necesidad de compromiso y de su responsabilidad. Él habla de sus ambiciones de mansiones, de su enamoramiento, pero Art3mis, con su amistad, le amplia su visión. Ese amor y esa amistad son el primer paso, o el segundo, si plantamos el origen en la amistad con Hache.
Tras su charla con Sorrento y su afianzamiento en el compromiso y la responsabilidad, la amistad será clave. Los cinco amigos se manifestarán, dejarán de ser meros avatares para reunirse en la vida “real”. Wade/Parzival, como el caballero de la Mesa Redonda buscador del Santo Grial; Hache (Lena Waithe), Art3mis, como la diosa griega de la caza; Sho (Philip Zhao) y Daito (Win Morisaki). Algunos nombres muy simbólicos. Los Cinco Mejores.
En esa colaboración lograrán superar los nuevos retos: la segunda puerta y el enigma de “El resplandor”, la batalla contra IOI en busca de la tercera llave con el Adventure (a la que se suman todos los avatares)… la huida en la vida real. La unión define aquel compromiso que Wade adquirió, pero sólo será cuando estén juntos que emprenderán la rebelión y la lucha para enfrentarse a IOI.
En la batalla final en el planeta Doom se resaltará esa alianza sellada con amistad en muchos momentos. Unos amigos salvando a otros, ayudándoles, apoyándoles, sacrificándose por los demás… intentando que uno llegue al final para descubrir el Huevo de Pascual. Ese momento donde Hache, trasmutado en Gigante de Hierro, hace de puente (muy “Indiana Jones y el Templo Maldito”) para que pasen sus compañeros supervivientes es el ejemplo definitivo.
Finalmente, Wade reflexionará sobre la clave de todo en su conversación final con Og Morrow. La amistad será esa clave, donde también pujaba el amor.
“Sí, pero, Kira no era la clave. Era usted, señor Morrow. Usted era “Rosebud”. Halliday se arrepintió de haber perdido a su único amigo”.
Y serán los cinco amigos, en asociación, los que se ocuparán de OASIS.
La realidad. Su inexistencia y lo virtual
Como la mayoría de los grandes maestros, Spielberg ha tratado la idea de realidad, reflexionando sobre su “inexistencia”. La realidad tangible con la virtual, que crea sentimientos y vincula personas, ambas reales, confundidas, pero distintas. Aspecto que vacía de contenido el término realidad.
La realidad que presenta Spielberg, sin excesivo subrayado ni hincapié, es deprimente, sucia, incómoda y desarraigada. Estamos en 2045, en Ohio, Columbus, un lugar de contrastes donde hay acceso a alta tecnología, donde todos parecen poder adentrarse en OASIS (que es precisamente eso, un oasis para evadirse de sus miserables realidades), donde los drones sobrevuelan los edificios y traen pizzas, donde predominan las antenas por todos lados, pero también donde vemos unos entornos sucios, empobrecidos, donde la gente vive en edificios cochambrosos y míseros, hechos de retales de aprovechamiento, hacinados unos sobre otros entre la chatarra… Calles sucias, mercados precarios… Y donde esa evasión desnuda soledades e incomunicación, causa y a la vez consecuencia de ese ansia de evasión. Miseria tecnológica.
“¿Qué pasa, estás depre?” “Nací en 2027… cuando la gente empezó a sobrellevar los problemas en vez de intentar arreglarlos”.
Un contexto de revueltas que de alguna forma parece apaciguado con ese entretenimiento virtual. Como si fuera opio para el pueblo. El pan y circo romanos… “Carestía del sirope de maíz” y “revueltas por el ancho de banda”… problemas que quizá lleguen y que es el contexto de ese 2045.
“Actualmente la realidad es un coñazo. Todos buscan la forma de evadirse”. “La gente entra en OASIS por todo lo que puede hacer, y se quedan… por todo lo que pueden ser”. “Excepto comer, dormir e ir al baño, la gente puede hacer lo que quiera dentro de Oasis”.
Aquí se verbaliza explícitamente el porqué de esa necesidad de evasión en lo virtual, en el mundo creado por Halliday. OASIS.
“Creé Oasis porque nunca me sentí a gusto en el mundo real, no sabía cómo conectar con la gente”.
“Fue entonces cuando me di cuenta de que por muy aterradora y dolorosa que pueda ser la realidad, también es el único lugar donde se puede comer en condiciones”. Citando a Groucho Marx.
“Porque la realidad… es real”.
La realidad da miedo, de ahí la necesaria idealización en lo digital, en los avatares, en los rostros que se dan… Un sucedáneo de lo real, aunque allí también usamos máscaras y avatares para mostrar nuestra mejor versión al resto. Y eso es OASIS, una realidad virtual inmersiva nacida en 2025, videojuegos (con sus artefactos, esas armas, conjuros y recursos típicos de los videojuegos, con sus recompensas y niveles de fuerza y energía…) dentro de un gran videojuego. La perfecta evasión. Un oasis, nunca mejor dicho, que llegará un punto en el que no será suficiente: cuando Wade desee ver en persona a Art3mis, algo que ocurrirá cuando la realidad, por supuesto, lo golpee con fuerza una vez intenten matarlo y maten a su tía.
“Aquí todo es más lento”. “Hemos olvidado cómo es estar fuera”.
No es raro que los personajes digan frases relacionadas con lo virtual, digital o informático para referirse a una realidad, en un magistral juego intertextual: “Te está hackeando el corazón para comerte el tarro”. “Mis dispositivos hápticos se han puesto cachondos”.
OASIS, por su carácter consolador y evasivo, es adictivo. Esa dependencia queda clara durante todo el film, dejando alguna escena magnífica, hacia el final de la película, que no por surrealista deja de ser lúcida y verosímil. Ese momento en el que todo el mundo lucha por las calles ante enemigos invisibles… conectados… Lo de Pokemon Go sublimado. De hecho, Spielberg no para de hacer enlaces visuales entre la realidad y OASIS.
En lo personal, la realidad de Wade es deprimente. Ha perdido a sus padres, un clásico spielbergiano, y la vida con su tía no puede ser peor. Ella vive con amantes gorrones que se van sucediendo entre maltratos, tanto a ella como al propio Wade. El chico supone para ella un estorbo. El entorno es mísero, donde veremos a Wade durmiendo en el cuarto de la lavadora, sobre una… momentos que dedica a pensar en sus padres o en OASIS y la búsqueda del Huevo de Pascua.
Esta realidad está íntimamente relacionada con el compromiso, lógicamente, que analicé antes. Un compromiso al que apela Samantha a Wade. De ahí que, en otra muestra de construcción magistral y coherencia narrativa interna, cuando estos dos personajes se conozcan al fin en la realidad, será con ella haciéndole ver su grupo rebelde, ese que lucha contra IOI. La realidad y el compromiso.
“Cerramos OASIS los martes y los jueves. Lo sé, parece algo extraño, pero tenemos que pasar más tiempo en el mundo real… Porque, como dijo Halliday: la realidad es lo único… que es real”.