STEVEN SPIELBERG
5/5
(Anticipo, por la importancia que tiene respecto a la valoración que doy al film, que realicé el análisis antes de leer el libro).
¡Qué difícil es conocer! ¡Qué difícil es conocerse! La mayoría pasa la vida creyendo que se conoce perfectamente, pero no es cierto. No nos conocemos porque eso requiere muchas experiencias, a menudo imprevistas, ante las que sólo descubriremos cómo reaccionaremos cuando nos ocurran. No, no nos conocemos. Así que imaginad lo difícil que es conocer a otro.
Y no es malo, en realidad, no terminar nunca de conocerse. Es bueno y, a la vez, casi inevitable, porque vamos cambiando y evolucionando. Lo que éramos no es lo que somos y lo que somos no es lo que seremos, aunque mantengamos muchas constantes.
Nos conocemos en estas circunstancias, en el estado de bienestar, en nuestra comodidad, pero ¿cómo responderíamos ante situaciones extremas? ¿Cómo responderíamos si de verdad estuviéramos necesitados, apurados o exigidos? ¿Cómo actuaríamos si nos viéramos amenazados a nosotros o a lo nuestro? Sabemos la teoría, que es muy general, pero no la práctica. Conocerse es un gran viaje que no tiene fin.
Y cambiamos, y con esos cambios lo que hubiéramos hecho en una época o lo que hicimos, puede que no lo hagamos de igual manera en otra, aunque creamos que sí. Es por ello que lanzarnos a juzgar al resto, a los demás, es un acto temerario. Lo que sí es apasionante, atractivo y merecedor de nuestro tiempo, es conocer, o intentarlo, a nuestros prójimos.
Los grandes autores utilizan su arte como avatar para mostrarse, para contar o exorcizar su yo más oculto. A veces se derraman incluso involuntariamente. Esto hace Spielberg con su cine, y lo hace de una manera especial, adoptando la propia idea de ocultación, encubierta, codificada para que aquel que quiera descubrirle se esfuerce de verdad, mientras por el camino se entretiene. Spielberg nos cuenta sus secretos y sentir, pero hay que investigar para descifrarlos.
Spielberg, por tanto, entiende el cine y el arte como una manera de mostrarse a sí mismo, como entiende la dificultad de entenderse y de entender al prójimo, una complejidad donde habría que eliminar en lo posible el ego para que no interfiera en nuestra perspectiva (si es que eso fuera posible), y nos permita ver con claridad nuestro interior y a los demás. No asegura Spielberg que sea posible, pero sí que merece la pena el viaje, intentarlo, porque se sacará mucho de ello.
De esto y de muchas cosas más nos habla el maestro Spielberg.
El cine de Steven Spielberg, concretamente el cine que consideraríamos de evasión o puro entretenimiento, es como un Huevo de Pascua que contiene un premio enriquecedor y satisfactorio para el espectador que accede a él, y al que los lectores de Cinemelodic suelen tener acceso…
Lo oculto siempre es un elemento esencial en las obras del cineasta. Siempre. Algo oculto que terminará revelándose, muchas veces aterrador, a lo que enfrentarnos al darle un rostro; otras mágico, cuando descubrimos su esencia. Nada es exactamente lo que parece en el cine de Spielberg, especialmente en su cine más lúdico y supuestamente sencillo. Tienen poco de sencillas esas películas. Lo oculto dentro de la trama y lo oculto dentro de lo conceptual. Las películas de Spielberg no hablan de lo que parece evidente en sus tramas. Lo que de verdad le importa contar al magistral cineasta, uno de los más grandes de la historia, nos lo oculta a los ojos y sólo lo entenderemos si seguimos e interpretamos bien las pistas de su puesta en escena.
Spielberg habla de la familia, de la ausencia paterna y la paternidad, del amor y de todo lo que entronca con el alma humana, pero lo camufla en imaginativas y atractivas tramas sobre tiburones, extraterrestres o dinosaurios… en realidades virtuales retro… En puestas en escena tan sutiles y brillantes, que en la mayoría de las ocasiones sus subtextos ni siquiera son captados, pero que cuando se revelan desarman y dejan ver al genio y la pura emoción.
El cine de Spielberg son distracciones que esconden lo que de verdad importa. Distracciones con las citadas formas de tiburones, dinosaurios, camiones o extraterrestres… Es por eso que lo que hizo en “E. T. El extraterrestre” no tiene parangón en la historia del cine, como aquí expliqué con detalle emocionado. Pero no es el único ejemplo.
“Ready Player One” es una nueva muestra de esta idea. ¿Qué oculta y de qué habla realmente «Ready Player One«? ¿Cuál es el Huevo de Pascua que contiene?
¿Habla del conflicto entre realidad y ficción, de la nostalgia del pasado, de la amistad, del arte y fundamento de la creación, de nuestras fachadas en el mundo moderno…? Sí… y no.
La idea esencial de “Ready Player One” no tiene que ver con esto, al menos directamente. Eso sólo son distracciones, como ocurre en la película, aspectos tangenciales que se relacionan con la idea esencial. “Ready Player One” habla de lo que nos define, nos individualiza, de nuestro interior. “Ready Player One” habla del alma, de nuestra esencia oculta. Literalmente.
Más aún. “Ready Player One” funciona a tres niveles: Indagación del alma, la asunción de la responsabilidad y el compromiso y el poder de la amistad real más allá de la soledad. Y todas ellas unidas en una: el individuo como pilar de todo.
Tres tesis soterradas, tres subtextos distintos es capaz Spielberg de ir desarrollando de manera conjunta, entremezclándose además.
A todo esto se contesta de forma sutil y sugerida, casi mágica, en el enigmático diálogo final entre Halliday y Wade. ¿Qué es el John Halliday que sale al final de la película?
Indagación del alma. La defensa del individuo
Halliday se confiesa ante Wade en ese diálogo final, en la recreación del cuarto de su infancia. Allí habla de sus dificultades sociales, confiesa su asumida soledad, sus problemas en el mundo real, para relacionarse, su miedo… y cómo lo perdió cuando se acercaba la muerte.
“Cree Oasis porque nunca me sentí a gusto en el mundo real, no sabía cómo conectar con la gente. Y tuve miedo durante toda la vida, hasta que vi que ésta tocaba a su fin”.
Es decir, en la conclusión, Halliday (Mark Rylance) nos habla de todos aquellos aspectos que lo movilizaron a hacer Oasis y, en concreto, el fundamento último que constituían sus pruebas, esas que analizaremos. Reconoce que esa aventura era un viaje hacia su alma…
Y es ahí cuando tiene lugar la conversación clave del film. ¿Qué es Halliday? Sí, Halliday es el alma, la esencia, la trascendencia. Observen.
–Parzival (Tye Sheridan): Señor Halliday. Hay algo que no entiendo. Usted no es un avatar, ¿verdad?
–Halliday: No.
–Parzival: ¿Halliday está muerto?
–Halliday: Sí.
–Parzival: ¿Entonces qué es?
–Halliday: Adiós, Parzival. Gracias por jugar a mi juego.
No es avatar ni cuerpo… Y Halliday rehúye contestar… Pero en su agradecimiento subyace todo. Gracias por llegar al fondo de mí, a mi alma. Eso es lo que vemos en esa escena. El alma del creador. La trascendencia pasando a otra estancia con su yo infantil (la infancia que nunca perdió, como un Peter Pan, personaje muy apegado a Spielberg), ya que Halliday aparece desdoblado en esa escena, casi como una trinidad.
Analicemos pues, de qué va toda esta historia de realidades virtuales en realidad.
¿Quién somos? ¿Somos como nos vemos, como nos ven? ¿Somos lo que se ve o lo que no sale, no nos atrevemos a mostrar, eso tan íntimo, lo oculto? ¿Somos lo que compartimos o lo que nos reservamos? ¿Somos nuestro yo real o nuestro avatar? ¿Somos lo que está detrás de nuestros avatares o lo que está dentro, en el interior de lo que está detrás de nuestros avatares? ¿Quizá aquello que permanece oculto, que sólo mostramos algunas veces a algunas personas? ¿O quizá todas esas cosas?
¿Dónde radica nuestra esencia, nuestra alma? ¿Todo eso somos nosotros, incluso cuando lo camuflamos? ¿Ese mismo camuflaje es parte de nosotros? ¿Sólo nosotros lo sabemos o ni siquiera?
A responder estas preguntas impele Halliday con sus pruebas a los protagonistas. A descubrirle mientras se descubren a sí mismos.
Nuestra identidad real, nuestra corporeidad, nos definen, pero también lo hacen nuestros avatares, esa idealización que hacemos de nosotros mismos, manifestación de nuestros deseos o impulsos ocultos. A través de ellos decimos o nos mostramos más en ocasiones. Nos atrevemos a decir o enseñar aquello que en persona no hacemos gracias a esa máscara, ocultos tras una fachada por la que poder fingir o dar una mejor imagen. Somos nosotros en ambos casos, retazos de nosotros.
Es todo eso y más. Es eso que está dentro de nosotros, que llamamos alma, esa esencia oculta que nos define y motiva, lo que nos hace comprensibles, incluso en las partes que nosotros mismos desconocemos. Somos eso y nuestros miedos e inseguridades, esperanzas, anhelos e ilusiones, lo que aún no sabemos qué queremos pero descubriremos con un impulso… Ahí radica la emoción, y Spielberg sabe cómo sacarla.
“Sí, está muerto. Lo que queda de él es esta competición”. Esta referencia define con claridad la idea. OASIS y ese concurso son el alma de Halliday, lo que trasciende.
Wade (Tye Sheridan) emprende un viaje al interior de Halliday, a sus recuerdos y sentimientos, usando esos diarios (que el propio Halliday dejó para ello) con sus gustos y momentos significativos para destilar su alma, su esencia.
No es raro que muchos de vosotros quedarais extrañados con esos últimos diálogos citados del film, en la conversación entre el protagonista y Halliday. No es para menos, porque ahí Spielberg da pistas de todo, claves de todo.
- Lo Oculto
Si os fijáis, todas las pruebas que deben superar o acometer los protagonistas se basan en algo que está oculto, en una distracción, en la mera apariencia que hay que destapar, deshojar.
Las pruebas que propone no buscan que se superen retos, sino que se entienda el porqué de esas pruebas. No se trata de habilidad, sino de comprensión. Quitar las capas de la cebolla para encontrar el sentido oculto del alma de Halliday. Desplazar al avatar. Lo oculto que se hará visible a todos.
Cada una de las tres pruebas son meras distracciones para los más superficiales, para los que vean un mero entretenimiento sin sentido o con sentido simplemente funcional, pero para superarlas hay que indagar en la personalidad y los sentimientos de Halliday. Comprenderlo. Por ello las resoluciones en realidad son sencillas. Una vez se comprende el sentido de las pruebas, no requieren la habilidad de un jugador, y siempre estarán ocultas a lo superficial. Porque no se trata de la idea evidente de desentrañar una prueba para que salga a la luz la solución, sino que esa solución está oculta bajo lo evidente, incluso sin relación con la prueba en sí.
Estas pruebas consisten en un reto donde hay que encontrar tres llaves que, por supuesto, quedan ocultas. Tres llaves con las que desentrañar a una persona, con las que abrir su alma. Tres llaves para descubrir el Huevo de Pascua, que por supuesto está oculto.
“Las llaves no están enterradas por ahí debajo de cualquier piedra. Supongo que podría decirse que son invisibles y están en una habitación secreta en el centro de un laberinto en alguna parte… aquí dentro (señalándose la cabeza)”.
–La pruebas
Todas las pruebas planteadas por Halliday son distracciones, un reto aparente que esconde su esencia. La clave para la resolución de las mismas no estará en lo superficial ni en lo evidente, sino en lo secreto y profundo. Y esto Spielberg lo escenifica tanto conceptualmente como desde la puesta en escena, en una idea magistral.
La carrera de coches. Esta es la primera prueba. Una carrera imposible, que nadie logra terminar, quedándose, como mucho, a las puertas de la llegada, interceptados por las manazas de King Kong.
Es el ejemplo perfecto de distracción, que tan bien aplica Spielberg en todo su cine y que aquí es esencial. La carrera es una mera distracción. Burbujas de champagne para que todos se entretengan, pero que oculta su verdadero sentido. No se trata de llegar primero ni superar grandes pruebas… se trata de descubrir el secreto. No se trata de adelantar, sino de encontrar lo oculto. No se trata de la apariencia, sino del alma.
Mientras todos intentan terminar la carrera y superar a Kong, Wade descubrirá que yendo hacia atrás, de nuevo la evidente metáfora, abre una puerta oculta (sumamos los mencionados elementos), que le llevará plácidamente hasta la primera llave. Desde el trayecto oculto, como no podía ser de otra forma, verá la carrera, la superficie, lo aparente, la distracción, el cebo que los demás, ignorantes, siguen. Él comprendió, indagó y descubrió los sentimientos, el alma de Halliday. La carrera no importaba, sólo el anhelo de Halliday de ir hacia atrás.
“¿Por qué no podemos retroceder por una vez? Retroceder muy rápido, tanto como podamos, pisando el acelerador a fondo”.
El Resplandor. De nuevo indagando en el interior de Halliday, en sus gustos, los protagonistas llegarán a resolver el acertijo. Y de nuevo será con una distracción. Inmersos en la mítica película de Kubrick tendrán que descubrir dónde está la segunda llave.
Ha sido una de las escenas que más han gustado e impactado. Ese homenaje al admirado amigo de Spielberg. Veremos y visitaremos todos los icónicos elementos de la película: El ascensor sangriento, las gemelas en el pasillo, la sala principal, la habitación 237, la mujer desnuda convertida en anciana decrépita, el laberinto helado… el salón dorado… Pero nada tendrá que ver con la solución, tan sólo es un subterfugio que esconde algo relacionado con el sentir íntimo de Halliday.
Un amor que no fue, un miedo que le impidió dar un paso, un recuerdo. La esencia irresoluble y oculta de una persona… más allá de una aventura, de un juego. La película oculta la verdadera esencia de la motivación, que se descubrirá al entenderla plenamente, al adentrarse en el interior de Halliday. Por ello el baile nada tiene que ver con “El resplandor”, lleno de zombies, sino con el sentimiento. Una mera distracción para esconder la llave oculta.
“Su mayor temor era besar a una chica”. “Todo el rollo de El Resplandor sólo es una distracción”.
Observen que para introducirse en “El resplandor” los protagonistas tendrán que descender, de nuevo sumergirse en una planta oculta que da paso a un nuevo mundo…
“Un creador que odia su propia creación. Una llave oculta, un salto por dar. Vuelve atrás, escapa a tu pasado y la llave de Jade por fin habrás encontrado”.
Y es Art3mis (Olivia Cooke) quien resuelve esta pista, algo absolutamente coherente, al ser la personificación romántica del mundo de Wade, comprendiendo el dolor de Halliday con su propia personificación romántica, Karen/Kira (Perdita Weeks).
Adventure. La conclusión de la aventura con la rúbrica perfecta. Lo oculto en lo digital con el descubrimiento del primer Huevo de Pascua hecho para un videojuego, el de Warren Robinett, pionero en esas lides. No hace falta reseñar el juego intertextual tan logrado que todo ello supone. Aquí no se trata de pasarse el juego. Frases como “quién estaba detrás” o “buscando en las habitaciones un punto invisible” remarcan toda la idea conceptual del film, de lo oculto. La tercera y última llave.
“Warren Robinett estaba orgulloso de Adventure, quería que la gente supiera quién estaba detrás. Por eso creó el primer Huevo de Pascua digital, y para encontrarlo ni siquiera había que ganar. Sólo jugar sin pensar, buscando en las habitaciones un punto invisible…”
Es la manifestación de lo soñado por Halliday. El amor al arte, a su arte, a su pasión, a lo que dedicó su vida. Lo demás le daba igual. No había que ganar en ninguna de las pruebas, sólo comprender sus sentimientos.
–Los diarios de Halliday
Son los recuerdos de Halliday, donde están las claves de los enigmas. Ocultos entre una vorágine de datos, listas de gustos personales, retazos de vida… se encuentran los cables que definen su persona… La película que vio con Kira en su cita, su anhelo de poder ir hacia atrás… Se trata de sumergirse en el alma de él con una recopilación de sus momentos determinantes, de descifrar y comprender sus miedos, arrepentimientos, su creación… Indagando en el alma de Halliday, Wade irá conociéndose a sí mismo.
El mismo Halliday rectifica, pero no porque tuviera una confusión o error voluntario, sino una rectificación por un cambio en su forma de ver las cosas. Halliday hizo lo que hizo a conciencia, pero con el paso del tiempo terminó viendo aquello de otra manera. Y en todos los casos era él mismo, con sus defectos, virtudes y contradicciones.
Esto lo va descubriendo Wade según avanza en el conocimiento de su admirado genio. Lo hará con “Los diarios de Halliday”, una especie de biblioteca digital que contiene fragmentos de audio y video con retazos importantes de la vida de Halliday, así como todos los datos y listados de sus gustos. Todas las películas, grupos, videojuegos o libros a los que Halliday rendía tributo, clasificados en listas, preferencias o grupos, comentados y valorados, en una recopilación obsesiva y exhaustiva de todo lo que había visto en su vida.
Un recuerdo de Halliday al que Wade acudirá le dará la primera pista para superar la carrera de coches. El recuerdo de la “Fiesta de empresa”. Es su anhelo de anclarse en el pasado, en lo lúdico, en la esencia, fuera de ambiciones mercantiles y empresariales. Sus sentimientos más íntimos. Por eso Wade llevará el Delorean hacia atrás a toda velocidad en la carrera…
“Halliday odiaba poner reglas”.
“Soy un soñador, creo mundos”. “Me gustaba como era todo antes, cuando era un juego”. “¿Por qué no podemos retroceder por una vez? Retroceder muy rápido, tanto como podamos, pisando el acelerador a fondo”.
“Si conoces la respuesta divídela por la cifra mágica y lo que necesitas, quieres y deseas hallarás en la fortaleza trágica”.
El segundo recuerdo será doloroso. El 2 de diciembre de 2025. Allí Halliday relata su única cita con Kira, Karen Underwood, de la que estaría enamorado. De nuevo sus sentimientos, sus complejos, su alma al desnudo, un hecho que le marca, por lo que sólo la nombra una vez en todos sus diarios… Ella se fue con su mejor amigo… La pista para la nueva prueba. La inmersión en “El resplandor”, la película que vieron, que enmascara un baile de zombies donde está Kira, el baile al que no asistieron… Anorak no dejará terminar las palabras consoladoras y comprensivas de Art3mis acerca de Karen… su dolor.
“Ella quería ir a bailar, así que vimos una peli”.
Resulta improbable que nadie antes probara a adentrarse en una película tan afamada como “El resplandor”. Estas inmersiones en películas como clave de una prueba tienen más coherencia en el libro.
Por último tenemos la conversación explicada entre Halliday y Wade, donde el genio da confirmación a todo esto, desvelando sus sentimientos.
–Ocultación universalizada
No sólo estructuralmente está el concepto de lo oculto, o en las principales ideas o episodios de la trama. La puesta en escena y todo tipo de detalles, objetos y elementos se suman a esta concepción.
Wade, nuestro protagonista, tendrá un lugar escondido, una furgoneta adaptada, donde se sumerge en OASIS, oculta a todos.
- La idea de avatar, básica en OASIS, supone ya una ocultación, la de la propia identidad. O la falsedad, la fachada social que ponemos para engañar o convencer, para seducir, como la que utiliza Sorrento con Wade cuando pretende convencerle, que oculta su realidad. Porque los avatares no son sólo una cuestión digital. Personalidades, algunas falsas o mentirosas, que se ocultan tras avatares, que a veces se adecentan o disfrazan a su vez para alguna cita… Una obsesión por la apariencia.
“¡Guau! ¡Cómo ha cambiado la cosa! Pasamos de hombre razonable a maniaco dictador”.
- La mancha de nacimiento de Samantha/Art3mis, ese lunar en la cara, que ella pretende ocultar con su pelo, que la acompleja. Curiosamente, el avatar de Samantha, Art3mis, también tiene esa mancha en su cara.
“Siempre la he tenido, no hace falta que finjas”. “Una marca de nacimiento… ¿y qué? ¿Por qué iba a asustarme?”.
Esa escena donde se mantiene oculta la realidad a Sorrento, recreando su despacho a la perfección para que no sepa que sigue dentro de OASIS. Esto incide en la idea de lo oculto, aunque es un recurso algo cogido por los pelos (es poco creíble que no caiga en que aún lleva puesto el visor, por ejemplo). También está cogido por los pelos que Sorrento (Ben Mendelsohn) deje a la vista su contraseña dentro de su equipo, algo que aprovechará Wade para el posterior hackeo.
- Ocultos están los rebeldes en su furgoneta, como oculta está “La Guarida” de Wade.
- Huirán por oscuros y ocultos pasadizos y callejones, como cuando la base de Samantha es invadida por IOI.
- La moneda que “El Conservador” (Simon Pegg) le da a Parzival, que él cree una moneda normal, pero que en realidad, en su reverso, oculta una vida extra…
Finalmente, todo lo oculto se revelará, vinculado al alma de cada uno.
- Lo verdadero
El viaje hacia ese descubrimiento de lo oculto, del interior de uno, del alma, será impulsado por diversas circunstancias, que entroncan con lo más bello y loable de ese alma humana. La amistad, el amor. A través de esos impulsos, de que Wade se encuentre con esos sentimientos, avanzará en su descubrimiento y el de Halliday. De hecho, descubrirá que los impulsos de Halliday también están vinculados con esos conceptos: la amistad y el amor.
Desde la asunción de esos sentimientos, que le ayudarán a una mayor comprensión de sus prójimos, entraremos en esa segunda fase y subtexto, entremezclándose. Una evolución de los personajes y nuevos conceptos entroncados con los demás mencionados, como serán la responsabilidad y el compromiso.
Wade no ha conocido el amor. Ni siquiera tiene amigos en el mundo real. Vive una vida solitaria, al menos fuera de OASIS. OASIS es un alivio virtual, real también, pero cojo, en esa soledad. Cuando consiga la muleta en el mundo real que subsane esa cojera, sentirá, asumirá y entenderá los conceptos de amistad y amor, la esencia del alma, elementos y términos imprescindibles para su compromiso posterior.
Todos estos aspectos son un enigma irresoluble para Sorrento, el villano de la función, que es pura mentira, superficialidad y fachada. Wade lo probará en su reunión para comprobar si verdaderamente ama y siente la esencia de OASIS y sus fundamentos en la cultura popular, ese alma, como lo hace él y sus amigos. Por supuesto, Sorrento fracasará estrepitosamente, intentando fingir y hacer trampas (le chivan las respuestas por pinganillo) para aparentar lo que no es. El holograma de Wade, que es el que habla con Sorrento, es más auténtico que éste en cuerpo presente.
- Hacia atrás
Siempre he definido a Spielberg como el contenedor del clásico. Uno de los grandes autores que mejor ha asimilado a sus maestros, las enseñanzas de los clásicos, de la época dorada del cine, adaptándola a los nuevos tiempos y técnicas. Una necesaria mirada atrás que también vertebra la estructura y tesis de este film.
En esa búsqueda de lo oculto hay un tema que resulta clave para ir descubriendo las interrogantes, los acertijos y lo escondido. Es la mirada al pasado. Hacia atrás.
Halliday es un pirado de la cultura popular de los ochenta (básicamente), por lo que su mundo, su forma de pensar, sus pasiones, sus gustos, se engendraron en aquella época… que los personajes tendrán que investigar, estudiar y visitar para entenderlo. Un pasado que Halliday recrea en no pocas ocasiones.
En esa indagación del pasado, por los recuerdos de Halliday, se incide en el desconocimiento que Sorrento tenía de él, aunque pregonara otra cosa. Sorrento es un personaje vital, porque es la antítesis de los protagonistas. Pura fachada mercantilizada, pura pose y superficialidad.
“Si le preguntaras a Morrow, te diría que lo único que Sorrento sabe sobre Halliday… es cómo le gusta el café”.
Es un detalle magistral que Wade use, precisamente, el Delorean para sus andanzas, y que además descubra la primera llave yendo hacia atrás con él, fundiendo toda la idea. El Delorean, una máquina del tiempo para ir hacia atrás en el mismo, a recordar… como quería y gustaba a Halliday. El perfecto vehículo para el buscador del alma, viajando al pasado de Halliday. Lógico, brillante, coherente.
Esa idea de mirar atrás, constante, lleva a otros temas. Recordar, rectificar, redimirse, indagar, investigar, descubrir… Cuando Wade pasea su mirada por los recortes que acumula en las paredes de su “Guarida” vuelve a ejercitar esta recomendable actividad. Allí ve las principales relaciones de Halliday, con Morrow, con Kira… Un amigo, un amor.
Hacia atrás iremos en las escenas finales, cuando Halliday haga entrega del Huevo de Pascua a Wade, en la casa que fue de su infancia…
- Redención
En definitiva, lo que pretendía Halliday con ese viaje a su pasado, a su alma, en forma de videojuego, era que se le comprendiera, y no intelectualmente, sino emocionalmente. Que se comprendieran sus sentimientos y supieran cuales eran estos. Así como buscaba su redención, que los que llegaran asumieran que él había sido finalmente consciente de sus errores para que otros no los cometieran, y cuáles eran sus incapacidades y sus verdaderos sentimientos hacia sus seres queridos, especialmente hacia su amigo Morrow.
La negación de Parzival a la firma lo postula como el digno sucesor, una nueva deidad con el poder de hacer lo que quiera en OASIS, incluso apagarlo, terminando con la redención y madurez de ambos, último paso en la misma. Wade adquiere plena conciencia de sí mismo al haber penetrado en el alma de Halliday, comprendiendo ese pesar y dolor, sus equivocaciones y motivaciones. El entendimiento pleno.
Halliday no se atrevió a dar el paso con Kira. En esa discoteca a la que no se atrevió a llevar a Kira, Wade se declarará; aquel salto en forma de beso que no se atrevió a dar, Wade sí lo acometerá…
“Yo no soy como Halliday. Voy a dar el salto”.
Wade no sólo comprendió a Halliday, sino que entendió su dolor por sus errores, errores que él no está dispuesto a cometer, en la conclusión final a su madurez al término de la aventura.
–Parzival: No voy a cometer el mismo error que tú.
–Halliday: Fenomenal. Me quedo más tranquilo.