LA VENTANA INDISCRETA (1954) -Parte 4/5-

LA VENTANA INDISCRETA (1954) -Parte 4/5-

ALFRED HITCHCOCK

 

 

 

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  • Deseo

En la planta baja encontramos a una artista que hace una escultura. A esa escultura le pondrá el nombre de “Deseo” (Hunger en la original). Ese es uno de los temas fundamentales del film, ya que moviliza a la mayoría de los personajes que vemos.

Ya sabemos que el sexo es un tema clave en Hitchcock, siempre morboso, soterrado, complejo. Aquí no iba a ser menos.

La presentación de Grace Kelly es fascinante. Hitchcock se recrea en ella. Es la personificación del mismo deseo.

 

 

Una presentación fascinante y ambigua. Una sombra se cierne sobre Jeff, muerte, antes de ver ese bellísimo rostro, del que se habló en la primera secuencia, con unos increíbles labios rojos (hay que recordar que Hitchcock comentaba que había que rodar las escenas de amor como asesinatos y los asesinatos como escenas de amor, por lo que al ver la sombra, en el simbolismo clásico, tenemos esa sensación de amenaza, que en cualquier otro título sería un posible ataque de un villano). Antesala de uno de esos memorables besos hitchcockianos. Observad ese ligero ralentizado en el silencioso beso. Un detalle puramente hitchcokiano.

Ella es la ambivalencia en la vida de Jeff. Deseo y temor. La desea y teme ese compromiso. Sabe que no es la adecuada, pero no puede resistirse a sus encantos…

Una pareja que se desea por encima de todo, de ahí que a pesar de las circunstancias no puedan separarse. Me divierte ver en Lisa a una de esas rubias fogosas hitchcockianas, que le gusta más enrollarse que a Jeff, más reticente y “castrado”, con esa escayola.

 

 

La sexualidad. Hay numerosos elementos fálicos y simbólicos, desde la escayola pasando por el palito con el que se alivia los picores de su pierna (hasta en dos ocasiones), remedo de la masturbación. O esa megacámara con la que termina observando a sus vecinos…

 

 

Y el deseo convertido en morbo. Es uno de los vehículos conceptuales que vertebran el film. Las miradas lascivas de Jeff y el detective Doyle a la “Señorita Torso”, el helicóptero que se acerca a las muchachas que toman el sol… o el morbo truculento, retratado en el último plano de la película, cuando Doyle ofrece ver lo que esconde Thorwald en su casa a Stella, que se niega en un principio, pero luego…

Qué decir de la pasión desmedida de los recién casados… o ese tipo que intenta propasarse con la “Señorita Corazón Solitario”, cediendo a su deseo más primario.

 

 

 

Por supuesto, tenemos ese humor que también juega con el morbo y el puritanismo, con esa ligera polémica, que va con los tiempos, cuando Doyle cuestiona a Jeff sobre que Lisa se quede a pasar la noche desobedeciendo al casero…

La “Señorita Corazón Solitario” desea una pareja, desea el amor. El pianista desea terminar su obra, la “Señorita Torso” desea la venida de su novio (o quizá esto no tanto), y Thorwald desea deshacerse de su mujer…

 

 

Hola, soy Hitchcock

Hitchcock es uno de los grandes maestros de la historia del cine. Maestro de maestros. De los más imitados y, sobre todo, saqueados. Su estilo, dentro del clasicismo, era particular. Él no pretendía la invisibilidad, él quería que se supiera que estaba detrás. De ahí esos recursos juguetones en el manejo del suspense… y no sólo del mismo. ¡Hola, estoy aquí!, parece decir constantemente.

Uno de los temas vertebrales, además de lo hablado sobre las parejas y demás, pero vinculado a ello, es el de la soledad urbana. Es un tema muy de Hitchcock, quizá algo diluido o disimulado, pero presente. Vemos pequeñas soledades, unas plenas, otras acompañadas, vemos compañías tóxicas, nocivas, incómodas… Un fresco pleno en ese pequeño patio interior. Todos parecen buscar algo, un nuevo comienzo, un amor, una comprensión, una inspiración, paz, un compromiso…

Disfrutamos, como no, de su pasión por el crimen y de temas como la incompatibilidad entre hombres y mujeres, que vertebran buena parte de su obra. El escepticismo romántico del maestro en todo su esplendor.

Tenemos otros de sus temas predilectos: la prisión del individuo dentro de la sociedad. Aquí lo vemos con este pobre James Stewart inmóvil en su pequeña habitación, observando sin participar cómo se desenvuelve la vida… Observa esos pisos, que son como celdas, donde muchos otros son incapaces de salir de su propia prisión, una veces en forma de pareja, otras en forma de soledad.

 

 

 

Otro tema hitchcockiano, y que suelen destacar algunos analistas, es el de la creación de máscaras o disfraces para protegerse de esa sociedad a menudo amenazante o disimular las verdaderas intenciones. Casi siempre superados por el caos en su vida. Pueden ser unas gafas de sol sensibles a las preguntas, identidades falsas, un agujero oculto en la pared, complejos incontrolables… “Con la Muerte en los Talones”, “Cortina Rasgada”, “Psicosis”, “Atrapa a un Ladrón”, “Marnie, la Ladrona”… Aquí Stewart utiliza la cámara, siempre ante él, que incluso usará para protegerse del villano (tapándose el rostro además). Máscaras que, como mucho, retrasan lo inevitable. Es paradigmática de la idea.

 

 

Utiliza Hitchcock música diegética durante toda la película, con la salvedad del inicio, en la panorámica de presentación, y alguna mañana en el viaje de la cámara por el vecindario. Pretendía con esto dar verosimilitud y realismo. De ahí que oigamos simplemente el ruido urbano durante muchas escenas tensas. Es maravilloso, por ejemplo, escuchar y ver la composición de la canción de Lisa durante la narración, esa que identifica al personaje de Grace Kelly y salva la vida a la “Señorita Corazón Solitario”.

 

 

Por supuesto, Hitchcock acelerará y hará montaje más sincopado en la acción y las peleas, con planos muy cortos y cercanos. Su idea era involucrar al espectador, ya que a distancia eso se perdería un tanto. Así ocurre en el clímax del film.

 

 

 

Como casi siempre en Hitchcock, los vestuarios son importantes, sobre todo los femeninos. Hitchcock contó con su imprescindible Edith Head, que dotó de sentido, como de costumbre, a cada prenda. Aquí es interesante observar los que lleva la Kelly. Desde los más glamurosos y elegantes hasta los pijamas. Al final la veremos con ropas más informales, acorde con esa adaptación en la que pretende compartir cosas con Jeff… o acompañarlo. Lisa concede, pero sin renunciar a sus intereses ni forma de ser.

Para esa pausa en la investigación de la pareja, momento lúdico, de relax, disfrutaremos del tremendo y espectacular pijama de Grace Kelly, muy adecuado para esos instantes de asueto y rendición.

 

 

La iluminación, cuidadísima, marcaba las distintas horas del día. El amanecer, la tarde, el anochecer, la noche…

La ventana Indiscreta” forma parte del ilustre grupo de películas hitchcockianas de localización limitada o unidad de lugar. “Náufragos”, “La Soga”, “Crimen Perfecto”…

 

 

Haré mención a la presentación de Grace Kelly, una de las mejores de la historia del cine. Ese primerísimo plano del rostro más bello del celuloide acercándose a cámara, con un ligero ralentizado, con intención de besar, es impactante. Sensacional.

Es especialmente interesante, porque la aparición de Lisa es con una sombra primeramente. Una sombra amenazante que se cierne sobre Jeff. El plano de la Kelly nos alivia antes de que la sombra se superponga por completo sobre el rostro de Jeff. Es casi un aviso de los sentimientos y miedos que tiene ese tipo respecto al matrimonio…

Y acto seguido, se hace la luz (literalmente, ya que va encendiendo las lámparas): Lisa Carol Freemont con sus vestidos de 1100 dólares y su cena del mejor restaurante a domicilio con un eficaz camarero.

Momento, detente. Eres bello”.

 

 

La Ventana Indiscreta” es un perfecto mecanismo de suspense, el thriller más depurado, como he comentado, pero su subtexto e intenciones son otras, como he explicado también. De hecho, hasta pasada la media hora no tenemos el primer elemento intrigante. Luego la cosa se va equilibrando sucesivamente hasta esa parte final frenética con un suspense sublimado.

Ese primer elemento de suspense lo tenemos con las misteriosas salidas de Thorwald de madrugada, a la 1:55 y a las 2:35, justo tras su regreso, todas adornadas con una luz roja en el pasillo, muy simbólica.

Luego vemos unas sierras y unos machetes que extrañan bastante, vemos cómo recoloca su mercancía en la maleta que sacó en la noche, dando a entender que esa maleta contenía otra cosa, y la persiana de la habitación donde estaba la mujer cerrada… La inquietud de Thorwald ante un perrito que husmea entre las flores. Por supuesto, una sombra que simboliza muerte, se apreciará tras la ventana.

 

 

Lars Thorwald preparará un viaje sospechoso, preparará su equipaje, dando nuevas pistas a Lisa al ver las joyas de la mujer, y se sacará buen partido al anillo de casada, como veremos en el clímax…

 

 

Centrándonos en la dirección, y más allá de los aspectos reseñados en el manejo del punto de vista y sus instrumentos estilísticos (panorámica objetiva, plano-contraplano para la aparente subjetividad), tenemos otros detalles interesantes que demuestran el magisterio total y global de Hitchcock.

Así, el estilo clásico es dominado, utilizado y manejado por Hitchcock a la perfección y como base de todo.

Observad cómo maneja las distancias y las alturas. No porque sí, sino con sentido dramático. En la presentación de Thelma Ritter, ella y Stewart discutirán sobre Grace Kelly, que interpreta a Lisa. Para resaltar esas divergencias, primeros los colocará alejados, utilizando el plano y el contraplano, cada uno en un lado de la habitación. Acto seguido, con la enfermera ejerciendo de masajista, las diferencias se marcan con las alturas, con una predominante Stella de pie y un dependiente Jeff tumbado.

 

 

Prestad atención también a la primera escena entre Lisa y Jeff juntos. Puro lenguaje cinematográfico clásico. Primero incluirá a los dos en plano cuando comienzan la conversación, en su afinidad, para pasar al plano-contraplano en las desavenencias… Mundos irreconciliables.

 

 

Un diálogo donde Hitchcock los separa para mostrar a una Kelly que va encajando desplantes e indirectas con tristeza y elegancia, en una consciencia de la situación mucho más honda y profunda de la que tiene Jeff, por eso sabrá amoldarse para darle la vuelta. Ella es una idealista, incluso aparentemente ingenua, pero no. Una distancia en la puesta en escena, donde cada uno se situará en un lado de la estancia…

 

 

Cuando la conversación termina, con una propuesta de acercamiento de Jeff hacia Lisa, diciendo que él no se opone a que comparta su vida, sólo dice que sería difícil para ella, Hitchcock montará primeros planos para la aceptación de una realidad que no les gusta.

Observad también cómo Hitchcock va cerrando el plano durante la conversación entre Lisa y Jeff hasta un gran primer plano de ella cuando la sospecha la embarga finalmente.

 

 

Observad también cómo juega con la división del encuadre, otro de los grandes rasgos de estilo del maestro, usando el propio decorado. Me encanta, por intrigante y morboso, ese plano con el regreso nocturno de Thorwald mientras la “Señorita Torso” se está desnudando en el baño…

 

 

Observad ahora la magistral planificación, con un nuevo y perfecto uso de las panorámicas, cuando Thorwald aparece en el momento preciso en el callejón al seguir Jeff con su cámara  a la “Señorita Corazón Solitario” en su salida al bar. A él lo acompañará con elementos de alarma, la luz roja del edificio, un claxon que le avisa al cruzar la calle, superponiéndose a la mujer…

 

 

Otro ejemplo de cómo enfatiza y usa el lenguaje cinematográfico para explicar más cosas de las obvias, lo tenemos en esa conversación entre Jeff y Lisa donde el primero sigue en su obsesión contra el matrimonio, haciendo un comentario en tono irónico sobre el que Hitchcock carga un primer plano de la Kelly, de espaldas a él, que asume de nuevo con dignidad, y mucha inteligencia, otra indirecta.

“… pero nunca acaban casándose, ¿verdad? ¡Qué raro!”.

 

 

Cuando Doyle se enfrente a los argumentos de la pareja, anulándolos, Hitchcock manejará las panorámicas impecablemente. Mientras Doyle se desenvuelve ante las embestidas de la pareja, fíjense cómo maneja la cámara: Recoge al personaje, primero Lisa y después Jeff, cuando arrancan hacia Doyle con su argumento, hasta que lo incluye en plano, como si fuera un ataque. Allí, con la respuesta de Doyle, estabiliza el encuadre, una vez el ataque es repelido. Cuando el detective, conciliador, apueste por una velada placentera y en paz, los dos se alejarán de él, cogiendo Hitchcock a Lisa y siguiéndola en una panorámica hasta que se une a Jeff al otro lado de la habitación, introduciendo el corte para esa ruptura en los distintos bandos, con Doyle aislado. Es absolutamente maravilloso, y sencillo.

En esa misma escena, con la victoria intelectual de Doyle, lo encuadrará sentado, en primer plano, con Lisa de pie al fondo. Un plano de majestuosidad y seguridad por esa victoria.

 

 

El plano de Thorwald fumando en la oscuridad es uno de los más inquietantes de la historia del cine. Particularmente, me hubiera gustado que lo mantuviera unos segundos más para que calase más hondo aún, pero es excepcional. En una mañana lo volveremos a ver fumando, en el mismo lugar, con el humo delatando su presencia. Inquietante, ahora de día.

De la intriga pasamos al suspense, que aumenta exponencialmente en la última media hora.

 

 

Es magistral cómo desde el guión, y la dirección, se maneja el ritmo del film. Con una serena primera parte, donde se sientan las bases y plantean todas las historias, dibujando a los personajes, la narración desarrolla el tema central, la relación de los dos protagonistas, incluyendo algún elemento inquietante para incitar la curiosidad de Jeff y así plantear además temas de conflicto y afinidad entre ellos.

La progresión dramática es excelsa. Desde los mencionados planteamientos vamos viendo elementos extraños, pero estos también tienen su progresión, cada vez más significativos. Primero una discusión, un comportamiento extraño, luego una salida nocturna, más tarde un grito en la noche, luego la muerte de un perro… hasta llegar a un clímax desbordado con dos secuencias donde el maestro da lo mejor de sí mismo, alargando la tensión y sacando partido a toda la situación al máximo, añadiendo elementos de suspense uno tras otro hasta hacerlos casi insoportables. Y logrando una conjunción metalingüística de primer nivel.

Sí, Hitchcock nos hace sufrir la impotencia del espectador, que ve peligrar a sus personajes, a la vez que subraya la impotencia del voyeur, que también es espectador, como nos ha ido señalando a lo largo del film, con el que nos identificamos. Sufrimos por partida doble: con el sufrimiento de un personaje (Kelly) y con el del personaje que ve impotente (Stewart) sufrir al otro personaje que le importa (la mencionada Kelly)… desde nuestra propia impotencia. Como os digo, Hitchcock siempre habla de cine. Y aquí habla sobre su misma esencia.

 

 

Tras la muerte del perro, Hitchcock multiplica los golpes de efecto y elementos de tensión con un derroche de estilo y recursos. Los protagonistas investigan el jardincito donde descubren algo raro en las flores; deciden mandar un anónimo y, al escribirlo, el maestro montará un picado general en el apartamento de Jeff con aproximación hasta centrarse en el mensaje…

 

 

Lisa será la encargada de llevarlo, lo que permite al maestro jugar con las separaciones y divisiones del encuadre con el propio decorado, como ha estado haciendo hasta ese momento, pero ahora, por fin, para generar suspense, ya que tememos que Lisa sea descubierta al hacerlo por Thorwald.

 

 

Otro elemento de suspense que, además, nos distrae de la trama principal: La “Señorita Corazón Solitario” planeando su suicidio… Esto ocurrirá con la ventana semiocultando lo que sucede, como cuando su invitado intentó propasarse, dando carácter simbólico al hecho. Las ventanas delatan así el alma de los inquilinos de esos pisos.

 

 

Una llamada anónima a Thorwald para simular un chantaje que aceptará, planteando el clímax de suspense que llegará a continuación (y delatándose mucho).

A partir de aquí el suspense se hace casi insoportable, con una sencillez extrema desde el montaje, que se hace más ligero cambiando de plano más habitualmente. Y desde este mismo planteamiento también hace progresar la intensidad del suspense.

Cuando Jeff logra que Thorwald salga de su casa para acudir a la ficticia cita, tenemos el suspense con Lisa y Stella buscando alguna prueba en el patio donde parece haberse ocultado algo… Suspense que Hitchcock aumenta desde el estilo, con ese acercamiento gracias al zoom de la cámara de Jeff para la infructuosa excavación.

 

 

Ese suspense se acentuará cuando Lisa toma la imprevisible decisión de subir al piso de Thorwald colándose por la ventana… y con la llegada de éste se hace extremo.

Hitchcock triplica el suspense. Thorwald llegando, Lisa dentro de la casa, la “Señorita Corazón Solitario” y su presumible suicidio… El maestro estira magistralmente el momento del ataque de Thorwald a Lisa.

Asistir a la impotencia de Stewart, que es la nuestra, ante el ataque que sufre Lisa, diversifica la empatía del espectador. El espectador que se compadece de ese espectador que observa a la víctima con la que tiene un vínculo… En esta secuencia de extremo suspense donde Lisa es descubierta por Thorwald, Hitchcock monta primerísimos planos sobre Stewart, para finalizar con un ligero picado sobre él y Stella en la llegada de la policía como bálsamo.

Podría dejarla en la cárcel hasta el martes, así escapará de él con toda seguridad”.

 

 

Cabe preguntarse, en estos momentos, por qué no chillan, ni ella ni él. Dan prioridad al descubrimiento del asesinato, por lo que chillar delataría su posición… Con todo, Lisa termina llamando a Jeff, aunque éste no mueva un músculo. Es un gran momento interpretativo de Stewart y de tensión, sobre todo cuando el villano apaga la luz, antesala a la comisión de un asesinato… La policía llega en un minuto exacto de metraje. O estaban en el portal o…

Tras este punto álgido climático tendremos un ligero anticlímax, preámbulo del clímax definitivo. Así, las señas que Lisa hace a Jeff sobre la alianza, terminan delatando la posición de nuestro protagonista a ojos de Thorwald. Siempre manteniendo el riguroso punto de vista subjetivo de Jeff.

 

 

Aunque tiene algo de truco de guión, es un buen detalle que Jeff caiga en sus propias triquiñuelas. Esa llamada silenciosa que contesta Jeff dando información clave (se justifica en que un momento antes habló con su amigo detective) para confirmar quién es al hábil Thorwald.

Es cierto que Thorwald se entera sorprendentemente pronto de piso y teléfono, pero son defectos leves y perdonables (esa verosimilitud de la que se reía el maestro. Además, el villano tiene el nombre de Jeff, que gritó Lisa un poco antes). Además, ese apresuramiento impide que Jeff pueda avisar a alguien, si bien podría haber gritado por la ventana…

 

 

Hitchcock aquí vuelve a deleitarnos con sus recursos. La película se convierte en placer sensorial, en este caso utilizando magistralmente el sonido para generar tensión y suspense. Un primer plano de Stewart. El sonido de la ciudad, el que se produce tras la puerta… Montará un picado sobre Jeff para recalcar la tensión del momento. Los pasos lejanos acercándose, como una banda sonora rítmica de insoportable suspense. La luz que se desvanece bajo la puerta. Ambos en sombra. Aquí nos preguntaríamos, ¿por qué no cierra con llave (cierto es que parece que lo intenta)? También podría haber llamado a la policía, sabiendo que tardan un minuto de reloj… Debilidades.

 

 

 

De hecho, la llegada de la policía aquí vuelve a ser tan oportuna como apresurada. Es divertido observar cómo Hitchcock acelera las imágenes en ciertos momentos en la expectación vecinal…

Por supuesto, el color rojo volverá a ser importante para el director, siempre un color socorrido para la alarma o la tensión (Vértigo; Marnie, la Ladrona…). Impactantemente rojos son los labios de la Kelly en su presentación, roja es la luz en el pasillo por el que sale y entra Throwald en su casa, roja es la luz que deja el flash de Jeff en los ojos del villano… Hasta cuatro fogonazos da nuestro protagonista.

 

 

Una genialidad más del guión es el hecho de que toda la investigación y peripecia de Jeff tenga como protagonistas a elementos de su trabajo. Primero usará unos prismáticos para ver mejor. Como no será suficiente, utilizará su cámara, a la que añadirá un espectacular objetivo mucho más grande que ella. Una foto realizada al jardín le servirá para comparar diferencias que delatarían algo enterrado. El flash de su cámara le servirá para ralentizar la amenaza de Thorwald en el clímax…

 

 

Este clímax podemos enlazarlo con “Vértigo” (1958) desde lo visual, con ese James Stewart colgando de la ventana cuando es lanzado por Thorwald. De hecho, ese plano de James Stewart, o su doble, colgando de la ventana visto desde el patio es magnífico. Existen, además, en este final, esos elementos apresurados que ahorran escenas. Sintetizado. Llegada de la policía, interrogatorio, confesión…

 

 

Hitchcock utiliza a dos personajes para incluir otras perspectivas que además de ayudarle en el conflicto de la trama, también le ayudan para ampliar el concepto de mirada y punto de vista, antes tratados. El detective y la asistenta. Doyle y Stella.

Doyle: Sí, él pretende la versión lógica, sensata y bondadosa. Esas cosas excepcionales no pasan en la ventana de enfrente… pero siempre pasan en una ventana de enfrente.

Jeff: ¿Pretendes resolver el caso o dejarme a mí en ridículo?

Doyle: Bueno, quizá ambas cosas.

Hitchcock lo utilizará para crear la ambigüedad, la mirada fría, tópica, ingenua, habitual. Un contraste necesario sobre el que fundamentar los caracteres de los personajes protagonistas, su obsesión, su voyerismo…

Doyle: ¿Te duele la cabeza últimamente?

Jeff: Sólo cuando te veo.

Doyle: Se te pasará, junto con las alucinaciones.

Aunque Doyle se dedica a tirar por tierra todos los argumentos de Jeff, no llega nunca a caerme mal. Es competente en su trabajo como para responder a todas las cuestiones que le plantea su amigo, que además tiene un punto hipócrita e inquisidor. Mantiene el sarcasmo y la dignidad en todo momento a pesar de los desplantes de la pareja, que se alía aislándolo en el plano que presenta Hitchcock.

No recuerdo cuantos años pasé siguiendo pistas basadas en la intuición femenina”.

¿Se lo cuentas todo a tu casero?”.

Él dificultará con sus investigaciones las teorías de Jeff y Lisa. Confirmará que una señora salió de casa de Thorwald a las seis de la mañana, como nos mostró Hitchcock, por testimonio del portero y dos inquilinos; nos leerá el telegrama de la señora Thorwald a su marido confirmando su llegada y la mejoría de salud…

Stella: Es la enfermera que manda la compañía de seguros para atender a Jeff. Es una filósofa mundana y genuina. La mirada realista y descarnada, práctica, de la realidad. Tanto respecto a la relación de Jeff y Lisa como respecto a la historia de Thorwald.

Si un director de la General Motors tiene que ir al lavabo diez veces al día, el país está a punto de estallar”.

Tiene una aguda intuición, que enfatiza presumiendo de ella. Es como un oráculo que vaticina problemas.

También huelo problemas en este apartamento”. “Problemas. Los presiento”.

Ella es el puro sentido común, colocando sentimientos y emociones en el justo lugar. Pura practicidad y algo de hipocresía muy humana, ya que critica el voyerismo, pero cotillea como la que más…

Ahora se leen muchos libros, se emplean palabras de cuatro sílabas y se psicoanaliza a la otra persona hasta que no se distingue entre una relación amorosa y unas oposiciones al ayuntamiento”.

Jeff: ¿Y qué podía vender a las tres de la madrugada?

Stella: Linternas, relojes fluorescentes o de esos rótulos que se encienden.

No se anda con filtros ni matices, dice las cosas que piensa el espectador, como en ese truculento y humorístico desayuno con el que deleita al bueno de Jeff

Yo creo que está repartida por toda la ciudad. Una pierna aquí…”.

Ella es la mujer terrenal, muy hitchcockiana también, en contraste con las rubias sexuales e idealizadas.

 

 

 

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sambo

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