DUNE (2021) -Última Parte-

DUNE (2021) -Última Parte-

DENIS VILLENEUVE

 

 

 

3/5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paul Atreides

En medio de todo esto está un chico, Paul Atreides, educado en los mejores valores de los Atreides, además de en las artes políticas y militares (entrenado por su padre, Duncan y Gurney Halleck, al que encarna Josh Brolin), que tiene además una formación mística y espiritual añadida gracias a su madre. Esa dualidad. Es la figura del elegido. El Kwisatz Haderach. El Lisan al-Gaib. El Mahdi.

Desde el inicio se va definiendo esta clásica figura, la del héroe elegido. Un destino que el elegido debe encontrar, para el que está entrenando, aunque él niegue ese destino y su ser en principio (otro clásico). Un camino que recorrerá irremediablemente para un igualmente irremediable enfrentamiento con sus enemigos y consigo mismo.

 

 

Él está aprendiendo a usa “la voz”. Su uso irá evolucionando, torpe al inicio, en sus pruebas, le servirá luego para librarse de la muerte junto a su madre, aunque costosamente.

Has heredado demasiado poder”. “Tanto potencial desperdiciado en un varón”. “Si él es el elegido…”.

Él es objeto de un plan. La búsqueda de la perfección genética que engendre “una mente que abarque espacio y tiempo, pasado y futuro”. Él es el que debe unir esos mundos, integrar lo mejor de cada uno de ellos.

 

 

Timothée Chalamet vuelve a hacer un buen trabajo. Es uno de los mejores actores de su generación, sin lugar a dudas, ya destacado aquí antes que casi nadie. Su Paul Atreides es complejo. Meditabundo, taciturno, desconcertado, pero también decidido y confiado según evolucione. Su evolución y tránsito es la clásica en el elegido, esa desorientación y duda. Tiene algo de hamletiano.

Paul perderá a buena parte de sus cercanos, aunque lo cierto es que estas pérdidas causan poca emoción en el espectador (Duncan, encarnado por Jason Momoa, en valeroso sacrificio, o su propio padre).

 

 

Es muy interesante el uso de las visiones como elemento descriptivo en la madurez de Paul. Sus visiones no se corresponden de forma literal con la realidad, sino que deben interpretarse. Veremos morir a Paul a manos de Chani (Zendaya), que le clava un cuchillo… No es una muerte real, sino metafórica, donde Paul debe trascender para convertirse en el elegido…

Conocerá tus caminos como si fueran los suyos”.

Paul Atreides debe morir para que el Kwisatz Haderach se alce”.

Cuando acabes con una vida, acabarás con la tuya propia”.

 

 

Cierto es que estas visiones místicas ralentizan un tanto el ritmo con ese toque onírico reiterativo (los mismos planos en ocasiones se hacen pesados por repetitivos). Muerte con un cuchillo, el embarazo de la madre (que aparece con el rostro lleno de letras)…

En otros casos, las visiones son realmente oportunas, ya que sirven a Paul para salvar la vida in extremis, como ocurre en la tormenta de arena… Finalmente, se encontrará con los Fremen, esos guías que veía en sueños…

 

 

El ratón que aparece varias veces en la película, algunas en visiones, vuelve a representar un elemento identificativo y futuro para Paul, el de su adaptación al desierto. Veremos al animal perfectamente adaptado, bebiendo su propio sudor, como hacen los Fremen con sus trajes.

Paul se planteará matrimonios políticos para alzarse con el trono y apaciguar al emperador, que teme a los Atreides, como le explica la árbitro Liet Kynes (interpretada por Sharon Duncan-Brewster, personaje masculino en la novela que ha sido convertido en femenino para la película), que tras permanecer imparcial, tomará partido para ayudar a Paul y su madre.

 

 

Igual que superó la famosa prueba de “la caja” con la Reverenda Madre, tendrá que seguir superando fases. Para formar parte de ellos deberá pagar un tributo de sangre, cumplir con rituales Fremen, rituales de honor, pero bárbaros. Paul matará por primera vez. Controlar el poder del desierto, sobrevivir a él e integrarse. Un proceso.

 

 

 

 

Hay otros presagios también usados para generar tensión dramática, como los relacionados con Leto, que avisa temiendo su final, algo que se cumplirá posteriormente con la traición del doctor Yueh (Chang Che, chantajeado con su mujer por el barón, que la amenaza de muerte tras secuestrarla, y que será ejecutado), inmolándose intentando matar a Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgard).

Debería haberme casado contigo”.

 

 

Sus últimos pasos evolutivos dejan momentos brillantes. Paul quiere integrarse con los Fremen, con el poder del desierto. Villeneuve lo mostrará visualmente, por ejemplo haciéndolos pasar por un Shai-Hulud, un gusano de arena, cuando los entierra en las arenas del desierto tras escapar de los Harkonnen. Surgirán de la arena, como los gusanos, y lo harán con un instrumento, un compresor de arena, cuya cabeza es tremendamente similar a la de un Shai-Hulud.

 

 

Luego cumplirá con un ritual violento Fremen, donde deberá matar a un hombre, antes de atisbar a un Shai-Hulud montado por uno de estos hombres…

 

 

 

Esteta Villeneuve

Aunque menos silenciosa que la versión de Lynch, está todo bien narrado y explicado, logrando la misma sensación atmosférica que aquella con una estética menos orgánica.

Hay una estética de grises que nos remite a “La Llegada” (2016), una de las anteriores cintas de Villeneuve, que ya estuvo nominada al Oscar. También hay toques a su concepción de Blade Runner, en un estilo personal dentro del tributo que rinde. El dorado atenuado inunda buena parte de la estética del film.

 

 

Villeneuve logra una sensacional estética y atmósfera, casi monocromática en sus elecciones, que contrastan y definen los diferentes pueblos y mundos con acierto. Eso sí, el diseño de producción no puede evitar, en su ocasional minimalismo, ser un poco “estética Ikea”.

Y es que esa búsqueda de la belleza estética a veces resiente la hondura emocional…

 

 

Dentro del juego estético, que busca el monocromatismo, destaca el contraste entre buenos/malos, donde la Casa Atreides y Arrakis están bañados de colores dorados, anaranjados o verdosos, nublados, neutros, donde abundan los parajes naturales, mientras que el planeta de los Harkonnen o la Casa Imperial están repletos de grises y negros, industrializados, lluviosos, fríos, en una estética sofisticadamente expresionista.

 

 

La humedad de Caladan contrastará con el desierto de Arrakis.

 

 

La fotografía de Greig Fraser es arriesgada. Muy Turner con esa naturaleza rabiosa y multitud de texturas superpuestas que hace a menudo (muy a menudo) confusa y difícil la imagen, retratando, por ejemplo, las inclemencias del desierto. Esto puede llegar a saturar o incomodar, por más que en los momentos del desierto transmita esa angustia y realismo de una arena casi viva. En cualquier caso parece que cayó en gracia.

 

 

Hay buenos detalles de dirección, como ese uso de la niebla en la marcha de la Reverenda Madre, cuando Paul oye hablar por primera vez del elegido. Los planos que incluyen a madre e hijo juntos, a distancia, no dejan atisbar con claridad al otro, mostrando visualmente ese camino que se inicia. En ese momento Paul es sólo una silueta de lo que será…

 

 

Villeneuve se eleva en los momentos de suspense, de una excepcional depuración. Un ejemplo lo tenemos en el ataque de ese “cazador buscador” al que se enfrenta Paul en la soledad de su habitación al llegar a Arrakis…

 

 

También en el primer enfrentamiento con un gusano de arena, secuencia que sirve para aligerar un poco el ritmo de la cinta. Además expone los firmes valores de Leto Atreides. Una set piece para entretener que Villeneuve usa inteligentemente para introducir visiones que den peso a la historia y no quede vacua, si bien perjudica su ritmo y suspense…

 

 

En algunas ocasiones altera ese tópico del suspense, como con esa nave que despega para llevar lejos a Paul y su madre ante la pronta llegada de la invasión de los sardaukar (fuerzas de élite imperiales)… pero que no aparecen… para llevarnos a una espectacular tormenta de arena y persecución aérea (quiero ver aquí un guiño a “Perdición”, de Billy Wilder, 1944, cuando el coche de la pareja no arranca después de su crimen, pero son cosas mías). De nuevo de gran potencia visual, aunque se vea poco, pero leve impacto emocional.

 

 

Como ya comenté, el tema de las visiones místicas ralentizan un tanto el ritmo, pero se soporta en general…

 

 

 

También hay juegos, paralelismos y ecos visuales muy acertados. Es un gran detalle que madre e hijo asuman la muerte del marido y padre, Leto, al ver el anillo a la vez que aquel sucumbe en montaje paralelo. De la misma forma, a través de un vínculo visual, Villeneuve retrata el relevo, con la mano de Paul cerrándose sobre dicho anillo y la del padre muerto abierta.

 

 

 

 

 

El anillo, elemento recurrente durante la narración, tiene ese obvio simbolismo. Paul, como hizo de joven su padre Leto, no quiere responsabilizarse de ese legado, pero finalmente aceptará dicha responsabilidad colocándose el anillo de su padre, asumiendo el camino de un líder. Legado y relevo.

 

 

 

 

 

Hay varios detalles o momentos que aparecen referencias a otros clásicos. Por ejemplo, ese gesto acariciándose la calva del Barón, que recuerda al de Marlon Brando en “Apocalypse Now” (Francis Ford Coppola, 1979).

 

 

También a “E. T. El Extraterrestre” (1982) o “Encuentros en la 3ª Fase” (1977) de Steven Spielberg con el despegue de la nave de la Reverenda Madre… La llegada a la Muralla Escudo recuerda enormemente a la de Deckard a la Tyrell Corporation en “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982), pero en el desierto.

 

 

Las continuas apariciones de toros, una cabeza (del toro que mató a Paulus), una pequeña escultura de un toro y un torero, el cuadro de un torero, han desconcertado a cierto público. Representan los valores Atreides y hacen referencia al abuelo de Paul, Paulus Atreides, que fue torero, era su afición. Algunos de los planos vuelven a ser redundantes en su vinculación con los Atreides.

 

 

La banda sonora de Frank Zimmer destaca en su particularidad con el uso de coros, percusión y cierto toque industrial. Usa muy bien los distintos temas, como ese misterioso relacionado con las Bene Gesserit o esos vientos relacionados con el orden militar de los Atreides. También es cierto que resulta fatigosa por momentos en su omnipresencia ampulosa. Es una cinta bastante más ruidosa y aparatosa en este sentido que la de Lynch en su día (al que le dio por Toto, que me encantan, pero…).

Denis Villeneuve consigue un buen film que se queda a medias, que, seguramente, junto a su secuela formará un más que aceptable espectáculo y obra completa, que destaca en lo técnico y visual, como acostumbran las producciones del director canadiense, pero que carece de nervio, pasión y emoción.

 

 

 

 

Lee aquí la 1ª Parte del análisis.

 

sambo

There are 2 comments on this post
  1. nachetetm
    marzo 12, 2022, 12:08 pm

    Muy buen análisis. A mí la película, que he visto dos veces y además me gusta mucho el libreto, me resulta un poco «insulsa». Estéticamente genial, pero le falta «algo» que no sabría definir. Posiblemente sea la cara de acelga de Chalamet, actor al que siempre le veo el mismo gesto y que empieza a molestarme.

    • sambo
      marzo 13, 2022, 3:33 pm

      Muchas gracias por tu aporte, Nachete. Un abrazo!

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