DUNE (2021) -Parte 1/2-

DUNE (2021) -Parte 1/2-

DENIS VILLENEUVE

 

 

 

3/5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los sueños son mensajes de lo profundo”.

Nueva versión del clásico de la Ciencia Ficción creado por Frank Herbert, que a su vez es remake de aquella que hiciera David Lynch en 1984 y que tantos disgustos le dio por la masacre que le hicieron en el montaje. Una historia que también ha sido adaptada en series de televisión y demás.

Dune” ha seducido a lectores y espectadores de todo el mundo durante décadas, que recibieron esta adaptación con mucha ilusión, confiando que fuera la definitiva, la que representase fielmente y con dignidad a su referente en la gran pantalla con sus sugerentes referencias, metáforas, reflexiones y universo expansivo que la convirtieron en clásico del género.

Es una película que respeta al espectador a pesar de su naturaleza de mainstream, o mainstream de autor, pero a la que le falta aliento emocional, de la misma forma que desde el mismo inicio y permanentemente da la sensación de película inconclusa, que lo es… Según avanza la película y sabemos que se acerca el final, el espectador entiende que esto deberá estallar en un nudo (la traición y ataque Harkonnen), que se demora hasta la parte final, donde, obviamente, falta una conclusión satisfactoria a la historia.

Una cinta muy larga que es puro planteamiento… Además, muchos de los personajes, generalmente encarnados por estrellas, son completamente difusos y sin el más mínimo desarrollo, por lo que lo que les sucede deja frío, no logran nunca el impacto emocional que, supongo, se pretendía.

 

 

Una mitología coherente y rica, de muchas referencias culturales, que además favorece un diseño de producción lujoso. La Muralla Escudo; esos helicópteros libélula, tópteros; los escudos protectores para la lucha; esos planetas de las distintas Grandes Casas; los gusanos de 400 metros que reinan en Arrakis, los Shai-Hulud, que son atraídos por los ruidos rítmicos; los sardaukar, una fuerza de élite militar imperial; las Bene Gesserit; los cuchillos crys hechos con dientes de Shai-Hulud; los martilleadores; desfiltrajes; compresores de arena…

Denis Villeneuve, otro de los grandes talentos del cine actual, como Nolan, que está aglutinando un buen número de admiradores y al que aquí ya se reivindicaba desde sus inicios cuando era un desconocido para casi todos, da otra exhibición de tempo, atmósfera y estética, que son sus puntos fuertes. Un excepcional talento visual.

 

 

 

Un Villeneuve que parece seguir los pasos de los grandes estetas de los ochenta, Scott o Lynch, saludado como heredero de estos por sus ciertos puntos en común, que, en realidad, suele estar más entonado cuando recibe material original. En estos remakes o secuelas ha deleitado con su poderío visual y estético, aunque se ha quedado corto en los demás, quedando reducido a carcasa, más allá de la complejidad referenciada e innata de los textos que recibió. Es decir, en estas cintas hay densidad, pero no por los aportes de Villeneuve que, por otra parte, se muestra virtuoso en la recreación de universos ya conocidos y atmósferas. Pensará que para qué, si el texto ya aporta lo necesario, y tiene razón, aunque su secuela de Blade Runner (2017), como digo, se quedó en carcasa.

La batalla entre las casas Harkonnen y Atreides al amparo del emperador centra esta primera película. Año 10191. Visitamos el planeta Caladan, natal de la Casa Atreides; el planeta Arrakis, natural de los Fremen (podríamos interpretarlos como Free Men, hombres libres, que es la esencia que los define); el planeta Giedi Prime, natal de la casa Harkonnen; el planeta Salusa Secundus, donde está el ejército imperial…

 

 

El conflicto tiene que ver con el domino de la Especia Melange, que sólo tiene una fuente natural, Arrakis, sometida por los Hakonnen, que explotan el lugar sin escrúpulos. Es tan solicitada porque es la que hace posible, por ejemplo, los viajes interestelares. Además es un alucinógeno sagrado para preservar la vida y mejorar la salud para los Fremen… todo lo contrario que para el imperio. Es la sustancia más valiosa del universo.

Los Fremen, una tribu autóctona superviviente en lo profundo del desierto y sus inclemencias, perfectamente integrados en el lugar y guerreros por necesidad, se resisten valerosamente, haciendo una guerra de guerrillas con sus pocos medios y gran capacidad de supervivencia contra el tremendo ejército Harkonnen. Tienen los ojos azules porque la larga exposición a la Especia les da ese color.

 

 

El emperador, temeroso del influjo de los Atreides sobre el Landsraad (Concilio de las grandes Casas: Atreides, Harkonnen, Corrino, Richese, Vernius…), preparará una emboscada, haciendo salir de Arrakis a los Harkonnen para mandar a los Atreides a apaciguar la zona y entablar relaciones amistosas con los Fremen (talante de los Atreides), que se aprovechará para intentar exterminarlos a todos… Los honestos y fieles Atreides responderán a la llamada, con la tensión que eso conllevará, una tensión fingida.

El emperador nos ha mandado aquí a morir”.

Los Atreides son una casa donde prima el honor, el valor y los elevados principios, la honestidad.

Un gran hombre no busca ser un líder, está llamado a serlo. Y responde a esa llamada”.

Los Harkonnen son una casa ambiciosa, cruel y violenta.

 

 

Aunque los Atreides son gente de bien, no representan la pureza natural de los Fremen. Estas ideas se van simbolizando con distintos elementos, como esas palmeras sagradas, no autóctonas, simulaciones que buscan la integración, pero que no son genuinas. Terminarán quemadas en el conflicto…

La Reverenda Madre Mohiam (Charlotte Rampling), jugará a dos bandas, aunque procurará proteger a Paul y su madre para que sigan un camino marcado ante la posibilidad de que el chico sea el elegido. Por supuesto, El Barón Vladimir Harkonnen (Stellan Skarsgard) le prometerá no atentar contra ellos, para crear una farsa donde conseguir su propósito, que mueran pero sin él mancharse las manos…

Si nos interroga una decidora de verdad…”.

 

 

 

 

Lecturas

Ese conflicto planteado entre Atreides y Harkonnen que enmarca el alzamiento de “El Elegido”, el Kwisatz Haderach, tiene distintas lecturas. Ambas casas, desde valores contrapuestos, representan ese mundo ambicioso e hípertecnificado, lo mejor y lo peor de él.

La ambición desmedida y sin escrúpulos, que podríamos relacionar con el capitalismo más inhumano, serían los Harkonnen.

 

Los Atreides representan las bondades de esa tecnología, de la evolución y el progreso, encauzados con buenos valores, la honestidad, el orgullo, la lealtad, la bondad… que se personifican en Leto Atreides (Oscar Isaac). Los Atreides manifiestan respeto y admiración por los Fremen, proponiendo una alianza sincera. El líder Fremen que vemos, Stilgar, está encarnado por Javier Bardem.

Son violentos, pero leales”.

En medio estarían los Fremen, como comenté anteriormente. Que son esos hombres libres, convertidos en guerreros rebeldes, apegados a la naturaleza, al mundo más puro, incluso en sus circunstancias más inclementes.

No es que los Fremen sean mejor que los Atreides, son simplemente distintos, incluso complementarios. El apego a lo natural de los Fremen necesita de un orden, de paz, con el que desarrollar otros valores destacados en los civilizados Atreides. A los Atreides les falta ese apego espiritual que entronque con la naturaleza, el respeto a la misma. Es ahí donde entra Paul.

Y testigo de todo esto, el desierto, con su Especia. Un desierto que es casi otro personaje más, donde los gusanos que lo cruzan subterráneamente formando olas hacen pensar que el lugar respira.

El uso de la Especia es otro contraste. Unos la quieren por sus funcionalidades tecnológicas, materiales, otros por sus conexiones místicas. Si Harkonnen y Atreides la buscan por lo primero, los Fremen lo harán por lo segundo.

Paul, como el elegido, representaría la integración de esos dos mundos, su entendimiento, ya que como Atreides recibe los valores de esa casa, pero su madre, Jessica Atreides (Rebecca Ferguson), es una Bene Gesserit, por lo que dota a Paul de un componente místico, espiritual y poderoso que lo ayudará en el camino de integrarse con los Fremen…

Con estos materiales, podríamos ver una crítica anticapitalista, que lleva a la explotación y aniquilación de pueblos por los bienes que poseen. Un paraíso negado por la Especia. Quizá es contradictorio, ya que ese paraíso sería posible gracias a la tecnología que posibilitaría la creación y el florecimiento de vegetales, de vida, en el mismo Arrakis… La opresión, el saqueo, la explotación… no tiene denominación capitalista…

Arrakis podría haber sido un paraíso. Los trabajos habían empezado, pero entonces descubrieron la Especia, y ya nadie quiso que el desierto desapareciera”.

 

 

También se expone la idea de explotadores y explotados. La obsesión materialista, que es un aspecto mucho más claro. Esa idea de ordenamiento que nunca cambia donde lo material se impone a lo espiritual, donde sólo cuenta el poder, que para soportarlo y mantenerlo debe someter de una forma u otra. Harkonnen a Fremen… Paul (Timothée Chalamet) vendría a cambiar eso.

Es interesante también plantear una lectura anticolonial, al estilo de H. G. Wells y “La Guerra de los Mundos”. Ese planeta, Arrakis, invadido, pero donde lo nativo sobrevive, rebelde, integrado con el todo del planeta, del que usan sus virtudes y peligros, ya sea la Especia o los Gusanos de Arena, a los que “domestican”. Son la esencia del lugar que terminará por expulsar lo ajeno, que nunca encaja allí (como los visitantes en la novela de Wells)…

Las reminiscencias cristianas también están ahí, por supuesto… como en casi todo…

 

 

 

 

Lee aquí la Última Parte del análisis.

 

sambo

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