RICHARD THORPE

La historia de “El prisionero de Zenda” es estupenda, puro cine de aventuras que no es de extrañar haya tenido varias versiones. Dentro de que es ficción y cine de aventuras, el planteamiento inicial no deja de ser arriesgado con respecto a la verosimilitud de la historia desde el guión. Hay que recordar que “El prisionero de Zenda” es una novela de Anthony Hope, adaptada para las distintas versiones cinematográficas.
La inverosimilitud o los hechos extravagantes, estrafalarios o donde se dan coincidencias casi imposibles, es mejor aceptado en la fase de exposición de las películas, en el planteamiento de las mismas. Pero esta concesión también tiene límites si este tipo de situaciones son excesivas y en un espacio corto de tiempo. Esto ocurre precisamente con “El prisionero de Zenda”, pero más aún en esta versión, que desde el guión está peor expuesta y resulta menos creíble que la versión de Cromwell.

Richard Thorpe es un apañado artesano que se maneja bien en este tipo de cine de aventuras. Suyas son también “El valle de la venganza” (1951), “Ivanhoe” (1952), “Los caballeros del rey Arturo” (1953) o “Todos los hermanos eran valientes” (1953).
Un caballero inglés llega a un ficticio país, en la víspera de la coronación del príncipe, para pescar. Mientras el turista está dando rienda suelta a esa actividad se encuentra por casualidad con el príncipe y su escolta. Descubren que son parientes lejanos al sorprenderse del tremendo parecido que tienen los dos. Son casi gemelos. Cuando el príncipe es intoxicado, ese parecido será la solución que los más allegados verán para salir del paso, sustituir al príncipe por el caballero para evitar que sea el hermanastro el que reciba la corona, que además fue el que tramó la artimaña para evitar la coronación.
Los aspectos extravagantes con un exceso de inverosimilitud o coincidencias que se dan al inicio, son el mayor problema de una cinta muy entretenida, como comenté con anterioridad. Así tenemos que un doble exacto del príncipe llega, precisamente, el día antes de su coronación. En ese mismo día, cuando está pescando, se encuentra con el propio príncipe, que ya es coincidencia también, hacen pronta amistad y, en un tanto rocambolesco encaje de bolillos, el príncipe es intoxicado, pero sólo él, lo que le imposibilita para asistir a la coronación, aunque facilita la atractiva trama de la cinta.

En la comparación directa la cinta de Cromwell sale vencedora, entre otras cosas, por la comentada mejor exposición del guión, pero también porque esta versión de Richard Thorpe no aporta absolutamente nada nuevo a su predecesora, es más, copia la gran mayoría de planos, planificación, soluciones visuales o de puesta en escena e, incluso, posicionamientos de cámara. La aportación de Thorpe, por tanto, es casi invisible.

La escena final en su totalidad, la del rescate al rey, es fantástica, digna del mejor cine de aventuras, y el mencionado combate a espada el colofón magistral a la misma. Lo mejor del film, sin duda. Imprescindible.


Cine de aventuras del que ya no se hace, de principios íntegros y de gran altura, donde la honestidad, el deber, la generosidad y el sacrificio son valorados en extremo, y con un triste pero perfectamente coherente final que redondea todo de forma romántica, aspecto de mucha importancia en el film con esa relación entre Stewart Granger y Deborah Kerr.
Otra peli de vacaciones infantiles!!!
Me acuerdo de haberme divertido, pero no he visto la original, así q m cío de lo q digas. Considero que el color eztaba un poco saturado, lo q en determinadas escenas hacía q te "salieras" de la trama para recordar q estabas viendo una peli.
Y, personalmente, Granger m parece muy falso, no te lo terminas de creer.
Gracias, y un abrazo!
R
Yo creo que Granger daba muy bien el pego en el cine de aventuras, estaba muy ágil y era muy bien espadachín. Si ves la anterior adaptación ya me dirás.
Un abrazo.