CARRETERA PERDIDA (1997) -Parte 1/5-

CARRETERA PERDIDA (1997) -Parte 1/5-

DAVID LYNCH

 

 

5/5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sí, el cine de David Lynch tiene explicación, aunque pueda parecer imposible a buena parte del público. Esta es una de las obras de Lynch que más me gustan, posiblemente sea de las que mejor y de manera más depurada escenifican su personalísimo universo. Y sí, tiene explicación, y es que Lynch siempre deja pistas y elementos para que el público pueda entenderlas si quieren racionalizar.

Carretera Perdida” es una de sus películas más brillantes, obra maestra total y absoluta, además de una de mis favoritas. Quizá sin la fama de otras, obviamente, pero que redondea, aglutina y depura ese particular universo del director, como también lo hicieron otras antes por otras vías, con muchos puntos en común, claro, expandiéndolo y llevándolo más allá.

Iniciaba Lynch aquí un nuevo y revolucionario camino, el primer film tras fundar su productora Asymmetrical Productions, que le dotó de una independencia tan anhelada y buscada como nunca lograda hasta este momento (salvo, quizá, con su primer film). Una película que realizó, esto lo comento como curiosidad, en plena obsesión por el proceso judicial de O. J. Simpson.

Estamos ante un film muy codificado, extraño, perturbador, sugerente, aterciopelado desde el estilo siempre particular del director, pero sobre todo revolucionario, que marcaría una vía, como la posterior “Mulholland Drive”, a seguir por multitud de directores, contrastados o que surgieron con el nuevo milenio (es sabido el influjo en los estudiantes de cine y en su creación de guiones). Nolan, Aronofsky, Paul Thomas Anderson, los hermanos Coen, Denis Villeneuve, incluso Tarantino, en menor medida… Influencia, en muchos casos, que no tienen este film concreto como referente, sino a Lynch en general. Pero es que este film es puro Lynch.

Lo que es abstracto resulta siempre susceptible de interpretaciones diferentes. Es necesario que haya un final, pero me gusta un final que respete el espacio del sueño”.

 

 

Spike Jonze y el juego con espacios mentales, ya sea en “Her” (2013), “Donde viven los Monstruos” (2009) o “Cómo ser John Malkovich” (1999). También Michel Gondry (¡Olvídate de Mí!, 2004)… Nolan en “Memento” (2000) u “Origen” (2010), aunque desde un prisma más cerebral; Fincher en “El Club de la Lucha” (1999); Arnofsky y “Pi” (1998), Denis Villeneuve y su pulso atmosférico, de hecho ha realizado una nueva versión de “Dune”, que Lynch facturó en 1984, aunque reniega de ella, sin olvidar “Enemy” (2013), por ejemplo… Obligada y necesaria es la referencia a “Arrebato” (1979), de Iván Zulueta. Infinidad de autores…

Wim Wenders, Todd Haynes… hasta Crispin Glover, el padre de Marty McFly en “Regreso al Futuro” (Robert Zemeckis, 1985), poseedor de un universo muy particular y extraño que entronca con Lynch en ciertos aspectos (trabajó con Lynch en “Corazón Salvaje”)… ¿Por qué no Cronenberg? Un no parar…

No se reduce al cine la influencia del maestro, sino que abarca todas las artes que él mismo ha frecuentado. El sello de Lynch se aprecia en influencias directas, tangenciales, indirectas o relacionadas con muchos artistas y sus distintas manifestaciones artísticas. Series, el mundo del cómic, de la música, de la pintura…

Series como Carnivale, Doctor en Alaska, Paradise FallsThomas Ott, Charles Burns, Suehiro Maruo, Chris Ware… en el comic. Tim Burton en su vertiente de ilustrador… Pixies; Parker and Lily; Don Van Vliet, que además también es pintor… en música. Shinya Tsukamoto con “Tetsuo I y II”, del 89 y el 92 respectivamente, en cine…

Aquí, con “Carretera Perdida”, Lynch vuelve a exhibir su maestría en la creación de atmósferas, en el uso del tempo y ritmo narrativo, pausado, embaucador, dando tiempo a la reflexión y aún así logrando desconcertar utilizando todo tipo juegos y recursos narrativos y estructurales.

Lynch, que siempre ha estado muy apegado al Cine Negro, así como a los años 50, deja aquí un título que remite en casi todo al Noir clásico desde una perspectiva surrealista y postmoderna. “Carretera Perdida” es, indudablemente, una cinta de Cine Negro, al estilo Lynch, claro, que es un firma absolutamente inimitable y personal. Tenemos mujeres fatales, fatum, estética expresionista, trama enrevesada… Pero todo esto no es más que un elemento del film.

La razón de hacer mi primer film fue dotar de movimiento a mis pinturas”. “Hacer películas es como ver mis cuadros en movimiento, con sonido y música”.

En un cine, cuando la pantalla es grande y el sonido está bien, una película adquiere mucha fuerza, aunque sea una película mala”.

El universo Lynch

Lynch es un autor mayúsculo, uno de los más importantes del cine moderno. Rompedor y de una influencia absoluta en el cine actual, aunque sus cintas no fueran grandes éxitos de taquilla. Produjo rupturas en los moldes narrativos con “Cabeza Borradora” (1977), “Terciopelo Azul” (1986), “Twin Peaks” o “Carretera Perdida” como han logrado pocos, con su uso de la música y el sonido y su construcción de atmósferas, fusionando tonos y géneros en una confluencia lisérgica e hipnótica.

Por ello, aunque minoritario, Lynch ha tenido enorme repercusión durante cuatro décadas con sus proyectos, lo que ha hecho de él uno de los autores más influyentes del cine moderno sin necesidad de tener taquillazos (ha tenido sonados éxitos, en cualquier caso, o de gran repercusión).

Su universo, su estilo, sus mundos personales, son plenamente reconocibles, por lo que más allá de sensaciones, es necesario e interesante sumergirse en las realidades, esos elementos, constantes, temas y rasgos que los definen.

 

 

David Lynch es el gran cineasta moderno de las atmósferas. Como un Jacques Tourneur actualizado, con el que además entroncaría con esos toques terroríficos que se incluyen en sus films. Puro cine, puro poderío visual. Entusiasta del Cinesmascope y, ahora, quizá también del formato digital. En Lynch todo se explica y desarrolla desde lo visual y lo sensorial.

Los conceptos más importantes para mí son la atmósfera, la tonalidad, el sueño y el mundo que puede llegar a crearse”.

El cine de Lynch, sobre todo a partir de cierto punto, es tremendamente estilizado. Una estilización que tiene mucho de sensual en esas escenificaciones a veces introspectivas y otras mentales. Quizá en “Terciopelo Azul” se produzca ese asentamiento estilístico que lo acompañará desde entonces, aunque muchos rasgos ya se apreciaban.

Un artista posmoderno que, como los que han venido tras él, acoge la referencialidad, el tributo y respeto al pasado, esos 50 que tanto adora, como parte indisoluble de su estilo y de él mismo.

El cine de Lynch es capaz de lograr la fascinación sin la necesidad de la comprensión, un placer sensual, sensitivo, que va más allá de la inmediatez de la historia, que sacia sin entenderse o disfrutándose a fuego lento tras la reflexión sosegada, mucho tiempo después del visionado. Sobre esta fascinación, incluso en la frustración que puede provocar la incomprensión, bien sabe mi tío

Un director intuitivo, visceral, que no sólo acepta lo azaroso y arbitrario, sino que lo aprovecha, se beneficia de ello y lo utiliza, que se lo digan al Bob (Frank Silva) de “Twin Peaks”…

Lynch, cineasta de contrastes, desdoblamientos y opuestos, es un artista de un poderío visual excelso, capaz de tanta belleza como monstruosidad, de imágenes tan hipnóticas y sugerentes como inquietantes y perturbadoras. Todo forma un universo tan atractivo y envolvente como siniestro y claustrofóbico, donde poder indagar y profundizar con el mimo y la exhaustividad de un entomólogo en los rincones oscuros y ocultos del alma humana y de la sociedad del bienestar.

Cuando pinto, trabajo básicamente llevado por sensaciones como el atosigamiento, la asfixia y la claustrofobia. Una opresión en blanco y negro que contiene resultados similares a los de Cabeza Borradora”.

 

 

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sambo

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