ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (2017) -Última Parte-

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (2017) -Última Parte-

KENNETH BRANAGH

 

 

3/5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El tren. El símbolo.

Su importancia en la Revolución Industrial, que supusiera un antes y un después en el desarrollo mundial, aún lo supone con sus actualizaciones, ha hecho de él, el Caballo de Hierro, un elemento proclive al simbolismo, además de un lugar perfecto para narrar y sobre el que contar historias.

El tren marcó un antes y un después en muchas cosas, incluso en el Western, hablando del cine, definiendo lo crepuscular con su llegada, que era la de la ley que acudió a cambiarlo todo.

El tren se usa como variado símbolo. Suele representar la evolución de la vida, la vida en tránsito, por eso no es baladí cuando aparece uno en un film, como bien habrá quedado claro a los lectores de Cinemelodic. O su interrupción, es decir, la muerte.

El tren simboliza el cambio, el paso a otro nivel, el fin de un ciclo y la llegada de otro, el drástico tránsito o “cambio de vía”.

El tren ha sido aprovechado por grandes autores para narrar sus historias, algunos de ellos convirtiéndolo en elemento recurrente, como le ocurre a Hitchcock, que ha llegado a usarlo de símbolo sexual, con dos narices. Son innumerables las cintas de Fritz Lang o Alfred Hitchcock que tienen en los trenes un elemento clave, en muchas ocasiones ambientando escenas clave o desarrollando buena parte del film, con lo que adquieren, sin necesidad de enfatizarlo, todo su simbolismo intrínseco reseñado. “Extraños en un tren” (Alfred Hitchcock, 1951), “Con la Muerte en los talones” (Alfred Hitchcock, 1959), “Spione” (Fritz Lang, 1928), “El Hombre que mató a Liberty Valance” (John Ford, 1962), “Hasta que llegó su hora” (Sergio Leone, 1968)…

¿Por qué si no iba Branagh a dedicarle ese espectacular plano secuencia de dos minutos y medio con una puesta en escena excepcional y virtuosa para presentarnos al Orient Express? Dos minutos donde se muestra a los personajes, se aprovecha para describirlos un poco más y, sobre todo, nos presenta a ese otro gran protagonista. El tren.

En “Asesinato en el Orient Express” el tren se usa con casi todas sus características simbólicas mencionadas, como podremos ver. Branagh dedicará un mimo extremo al tren, al que encuadrará de todas las formas posibles dependiendo del momento del relato.

Un espectacular plano secuencia con Poirot andando por el andén con sus acompañantes, su problema para embarcar, su entrada en el tren presentando al personaje interpretado por Michelle Pfeiffer y el travelling por los pasillos viendo al resto de protagonistas (Jacobi, Penélope, Depp…), hasta la llegada a su cama, momento del corte, que nos lleva al interior, ya que hasta ese momento nos habíamos mantenido fuera.

Numero tres, mala suerte es”.

 

 

Además, el tren sirve para aplicar ese recurso clásico de las novelas de detectives, especialmente las de Christie, donde se utiliza un lugar cerrado con varios personajes para aumentar la tensión y la atmósfera, enfatizadas aún más con algún fenómeno atmosférico, simbólico, que también es elemento narrativo, en este caso la nieve que impide el avance. La nieve congelará la trama en ese lugar, tras el paso por un túnel. Esto se mostrará con otro gran travelling desde fuera del tren.

 

 

 

Branagh hará pasear su cámara por el tren en excelentes travellings, unas veces desde el interior, pero otras desde el exterior, como ese donde nos presentaron dicho escenario. De hecho, en la despedida del personaje al tren, hará otro travelling sobre su voz over atravesando sus vagones y dejando atrás a los personajes, como una especie de cierre circular. Y tendremos múltiples planos de sus ruedas, de la locomotora, de las calderas y máquinas…

 

 

 

Por último, hay que señalar que el proceso de evolución de Poirot, reseñado al principio del análisis, queda además simbolizado con el propio tren, símbolo del tránsito, la vida, la evolución, la maduración y el cambio, al cual se encuadra junto a Branagh continuamente en la parte final. Viendo los bajos del mismo mientras el detective porta una pistola o al lado del encuadre mientras éste se encara con sus sospechosos, al final, mientras medita…

Si observan, la locomotora queda desequilibrada, tema y aspecto básico para Poirot, como se enfatiza al inicio, para finalmente, una vez vaya a acometerse la resolución, volver al equilibrio debido.

Y de muerte. Será en el tren donde se cometerá el crimen. Esa muerte simbolizada en un tren detenido y congelado.

 

 

Personajes

De todos es conocido que los repartos de las películas de Branagh son colosales, algunos de los mejores del cine moderno se han dado cita en sus películas. Esta no es una excepción.

Branagh se centra mucho menos en el desarrollo de los personajes, que están bien dibujados de todas formas, que en la descripción del protagonista, como suele corresponder a una presentación de personaje principal en una saga, si bien este personaje es bastante conocido… Aunque, bien pensado, también deben serlo los Batman, Superman y compañía…

En cualquier caso, va desmembrando particularidades y procederes de los personajes durante toda la narración, pero lo hace de una manera impresionista, con escenas y momentos cortos, ágiles, dinámicos, sin largas secuencias para el lucimiento de los actores como veíamos en la de Lumet.

Edward Ratchett (Johnny Depp), el antagonista, presentado de espaldas, como Poirot. Nada más subir al tren, Branagh se centrará en él, que será la “víctima” de la trama. Insolente, autoritario y con un plano que nos devuelve su reflejo a través de dos espejos, remarcando su doblez. Llevará una pistola como protección, porque teme por su vida.

 

 

Bouc (Tom Bateman), un chico joven amigo de Poirot, ligón empedernido. Lo conocemos emparejado con una prostituta, dedicado al “nepotismo”.

 

 

Miss Mary Debenham (Daisy Ridley), institutriz, enseña geografía a sus alumnos “para que siempre sepan donde están”. Olvida nombres, pero no caras. Disimula su relación con Arbuthnot. Era como una madre para la hija asesinada de los Armstrong.

 

 

Dr. Arbuthnot (Leslie Odom Jr.), relacionado con la institutriz, disimula su relación con Debenham… Doctor y tirador de precisión del ejército, muy agradecido a su patrocinador, el Coronel Armstrong.

 

 

Biniamino Márquez (Manuel García-Rulfo), el chófer de los Armstrong, tiene un imperio automovilístico, agradecido a Armstrong por hacerlo posible con su aval.

 

 

Pilar Estravados (Penélope Cruz), tristona y visceral. Una puritana convencida… o no tanto. Un personaje con un punto siniestro y pasado algo difuso. La niñera de la niña, a la que la culpa despierta un fervor religioso, ya que se quedó dormida en la habitación cuando Ratchett entró a cometer su crimen.

 

 

Edward Henry Masterman (Derek Jacobi), no comete errores. El mayordomo de Ratchett. Ordenanza del Coronel Armstrong durante la guerra y su ayuda de cámara en Nueva York.

 

 

Conde Andrenyi (Sergei Polunin), de carácter violento e irascible. Enamorado.

 

 

Condesa Andrenyi (Lucy Boynton), también presentada de espaldas. Sabe calmar a su pareja. Hermana menor de la señora Armstrong. Se llama Elena Goldenberg.

 

 

Caroline Hubbard (Michelle Pfeiffer), de una frivolidad que parece impostada, ligera con Poirot, altiva e irónica con Ratchett, cambia de rostro en soledad… Una gran actriz. Es la abuela de Daisy, retirada de la escena, el cerebro de la trama.

Que todo recaiga sobre mí…”.

 

 

Princesa Dragomiroff (Judi Dench), ya saben, imponente, arisca, seria, exigente, con malas pulgas. Como a Poirot, Branagh la mostrará con mucho aire en los encuadres (de perfil, por ejemplo, junto a su asistente). Madrina de Daisy, la niña asesinada de los Armstrong.

 

 

Hildegarde Schmidt (Olivia Colman), criada de Dragomiroff con dotes de chef, que antes de adquirir ese empleo fue cocinera de los Armstrong.

 

 

Gerhard Hardman (Willem Dafoe), finge ser austriaco y profesor. En realidad fue el policía encargado del caso Armstrong, enamorado de la mujer que fue falsamente acusada.

 

 

Hector MacQueen (Josh Gad), secretario de Ratchett, al que robaba. Su padre acusó a una mujer falsamente, mujer que terminó suicidándose, de la que Hardman estaba enamorado.

 

 

Pierre Michel (Marwan Kenzari), el revisor, hermano de la criada falsamente acusada, Susan Michel.

 

 

Un reparto espectacular y muy acertado, que está correcto, si bien no hay nadie que destaque sobremanera. Quizá Michelle Pfeiffer sea la que salga mejor parada al tener un papel más intenso y de mayor peso. Y Branagh, por supuesto, en quien se centra la acción.

La banda sonora de Patrick Doyle es otra joya, como acostumbra el compositor, con momentos líricos bellísimos. Por cierto, la Pfeiffer canta la canción final, en los títulos de crédito, que está escrita por Branagh.

 

 

Dista de ser una obra maestra, ni es una película perfecta, sobre todo porque su referente ya es conocido y no se pueden esperar grandes revoluciones dentro de su carácter claustrofóbico e investigador, pero los alicientes aparecen en copiosa cantidad desde la dirección, que es desde donde podían sobresalir, y ahí Branagh nos regala talento y cine a raudales.

 

 

 

 

Lee aquí la 1ª Parte del análisis.

Lee aquí la 2ª Parte del análisis.

 

sambo

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